¿Habrá entendido el gobierno lo que quisieron decirle —y le expresaron— los cientos y cientos de manifestantes este sábado? ¿Qué decidirá al respecto? ¿Hará caso omiso a los reclamos o les dará la importancia del caso?
Lo que ocurrió esta tarde no es nada desdeñable: fue la expresión más cabal de la bronca frente a lo que muchos consideran un avasallamiento oficial contra las instituciones.
Porque la mentada reforma judicial es justamente eso: un avance contra la República, en nombre de la necesaria mejora de la justicia vernácula. ¿O alguien cree realmente que lo que buscan el tándem Alberto-Cristina es mejorar el mismo sistema del cual supieron “comer” durante 12 años?
Porque, hay que decirlo, los Oyarbide y los Canicoba Corral fueron creaciones macabras del menemismo, pero los K jamás movieron un dedo para terminar con sus arbitrariedades. Más aún: les regalaron puntuales salvoconductos para que pudieran escapar airosos e impunes.
Ese mecanismo tétrico, creado por Carlos Menem y su troupe, fue mejorado en el peor de los sentidos por Néstor y Cristina cuando llegaron al poder, en 2003.
Refiere a la cooptación de jueces y fiscales a través de carpetazos, prebendas y amenazas. ¿O acaso ya todos han olvidado los días en los que los lobbystas K —con Javier Fernández a la cabeza— operaban en Comodoro Py, con métodos brutales y dignos de un film de terror?
¿O cuando permitían que oscuros capitostes de la entonces Secretaría de Inteligencia designaran a jueces y fiscales a piacere?
¿Qué decir respecto de los ataques públicos que Néstor y Cristina endilgaron contra la Justicia Federal cada vez que esta no respondía a sus intereses?
Si realmente se quisiera sanear el sistema judicial, se tendría que empezar por “normalizar” el Consejo de la Magistratura, hoy solo útil para aleccionar jueces díscolos desde la política o para nombrar a los que “sirven” al poder.
El problema no tiene que ver con la cantidad de jueces o de juzgados, sino más bien con la cualidad ética y moral de los magistrados argentinos.
Mientras persista el mecanismo de selección que actualmente existe, la justicia no mejorará. Porque allí está la raíz del problema.
El ejemplo más elocuente es el de Luis Rodríguez, que llegó a su cargo de juez a pesar de haberse copiado en el examen ad hoc y ser el último en la terna en la que compitió. ¿Cómo creer que los K buscan sanear la justicia cuando sostienen a un tipo con semejante mácula?
Se insiste: el problema no es la cantidad, sino la calidad. Por eso, no hay que dejarse engañar por los cantos de sirena K. Porque el gobierno no busca mejorar nada, sino resolver los problemas judiciales de Cristina, principal “mandato” de Alberto a la hora de ser ungido por ella como candidato a presidente.
Para que quede claro: si los problemas de la vicepresidenta se dieran en el marco de un expediente Civil, la reforma que se anunció esta semana habría sido en ese fuero. Pero no, fue en el fuero Federal y, eventualmente, la Corte. Los dos terruños que inquietan a la exjefa de Estado.
Tal el contexto de la manifestación de hoy, porque la ciudadanía se hartó de pedir amablemente no ser atropellada por el poder.
Los que marcharon no piden nada del otro mundo: solo que se respeten las instituciones. ¿Es mucho pedir?
Ciertamente, tendría que tomar nota el gobierno de lo que ocurrió este sábado. Porque la sociedad mastica vidrio, sí... pero no lo traga.
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