La semana pasada se vivió uno de los momentos más incomodos en lo que a la disputa entre oficialismo y oposición respecta. Se trata de aquel en el que el presidente Alberto Fernández decidió sacarle 35 mil millones de pesos a la Ciudad de Buenos Aires para zafar al gobernador de la provincia de Buenos Aires Axel Kicillof ante el reclamo salarial de la policía bonaerense.
Ese gesto de protección, obviamente orquestado por la vicepresidenta Cristina Fernández, hizo enojar al jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, quien se muestra cada vez más alejado de la Casa Rosada y cuya amistad con el presidente terminó por quebrarse completamente.
Si bien parece que la Corte Suprema de Justicia terminará por avalar la decisión tomada, el gran ganador fue sin dudas Rodríguez Larreta. Primero porque lo sucedido le permite distanciarse aún más del oficialismo, consignando con ello la aprobación de los propios.
Pero además porque ello le dio el puntapié inicial para candidatearse para las próximas presidenciales.
El jefe de Estado queda cada vez más rezagado en las encuestas y, de hecho, muchos de los votantes del Frente de Todos observan con buena imagen al dirigente del PRO.
Dicho sea de paso, según sondeos recientes, en la provincia de Buenos Aires –la más populosa del país- Horacio ostenta una imagen positiva del 67%, tres puntos porcentuales por encima de Alberto Fernández.
En ese sentido, hay que empezar a mirar las elecciones legislativas que se realizarán el próximo año, y cuyo resultado será el que facilite o complique la aprobación de las iniciativas que el oficialismo viene planteando en el Congreso.
Mientras el oficialismo buscará lograr el quorum propio en la Cámara de Diputados, Juntos por el Cambio intentará obtener mayoría en la Cámara de Senadores. Este último sería el “golpe letal” para Cristina Fernández en el terruño que -cree- le pertenece.
Es por esa razón que, a pesar de la demanda social insistente referente a la no aprobación de la Reforma Judicial –aquel caprichito de la vice- el oficialismo en la Cámara Baja sigue avanzando, con su presidente Sergio Massa a la cabeza y el jefe de los diputados oficialistas, Máximo Kirchner, en la negociación.
Las tratativas para consignar dicha aprobación comenzaron sin pausa, pero sin prisa. Sin embargo, hoy por hoy, se desliza un apresuramiento realmente evidente.
Lo propio acontece con la intención de sacar a Eduardo Casal al frente de la Procuración General de la Nación. De hecho, esta semana se debatirá el proyecto de resolución con el propósito de iniciarle una denuncia penal.
El jefe de la bancada de Juntos por el Cambio en el Senado, el formoseño Luis Naidenoff, ya auguró que se opondrán a dicha demanda. No obstante, Cristina, y el kirchnerismo que representa en esa Cámara, avanzará para lograr la destitución del jefe de los fiscales.
CFK está dispuesta a conseguir su impunidad, la de sus hijos, funcionarios, ex funcionarios y un puñado de empresarios afines; a cualquier costo y a pesar de todo. Sin embargo, sabe que esa jugada puede jugarle en contra.
Es de su conocimiento que el repudio social crece día tras día y que ello, inexorablemente, repercutirá en el resultado de las próximas legislativas, las mismas que generarán un cambio en la composición del Congreso.
Sabe también que con los proyectos que el kirchnerismo-camporismo viene planteando, se augura una dificultosa elección y que las probabilidades de que Juntos por el Cambio salga victorioso son cada vez más certeras.
Por ello, la ex presidenta sabe que es ahora o nunca, en un año más sus decisiones serán sometidas al sufragio ciudadano y si pretende finiquitar su objetivo tiene que hacerlo ya, sin perder tiempo y ello le está generando estragos.
Por lo pronto, y hasta no saber hasta después de las próximas elecciones cómo va a estar compuesto el Congreso de la Nación, y teniendo en cuenta las posturas radicalizadas de uno y otro lado de la avenida, serán quienes están en el medio los que tendrán el voto definitorio para aprobar o rechazar los proyectos que se traten de ahora en más. Todo depende de las bancadas minoritarias.
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