En una conferencia de prensa, el ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, cuestionó las “actitudes aperturistas” que viene realizando el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Según explicó González García, estas medidas “no condicen con el grado de pandemia de la Argentina”. A esta altura tener que explicarle a un funcionario nacional que el Gobierno porteño decide, no por lo que pasa en el país todo, sino sólo por lo que pasa en esa jurisdicción, es realmente deplorable.
Pero al margen de ello, al Gobierno comandado por Horacio Rodríguez Larreta no se le puede criticar la apertura de los bares teniendo en cuenta que la cantidad máxima de contagios llegó el 3 de agosto con un total de 1561 contagios y ahora viene manteniéndose en torno a los mil casos positivos diarios encontrándose estabilizado.
Al margen de ello, Ginés es un personaje bastante “interesante”, mantenido en su silla gracias a la gestión y el compañerismo que ostenta con el presidente Alberto Fernández.
Por caso, fue el mismo que al inicio de la mediatización de la pandemia dijo que el coronavirus no llegaría al país alegando que Europa -donde estallaron los contagios en febrero- estaba lejos y que Argentina estaba en verano.
¿Puede ser un ministro tan, pero tan ignorante en la materia a la que, se supone, se dedica? El primer error de su apreciación se encuentra en el hecho de no haber analizado un elemento fundamental: El mundo se encuentra completamente globalizado ¿o el titular de la Cartera de Salud se quedó en el siglo 18?
Pero además, insistía con el hecho de que en el calor el virus no sobreviviría. No sólo se demostró que ello era totalmente falaz, sino que realizó tal aseveración sin siquiera haber tenido la delicadeza de realizar el estudio pertinente.
Luego llegó la hora de predecir el futuro, algo a lo que muchos economistas están acostumbrados a la hora de augurar a cuánto estará el dólar a fin de año. No casualmente siempre terminan errando.
Lo propio pasó con Gonzáles García y la fecha del pico, estipulando distintos meses y siempre culminando en una equivocación, sobre todo porque aún la Argentina no alcanzó el pico de contagios.
Solamente alguien que posea poderes paranormales –que no existen- podría asegurar una fecha. Parece que el ministro no los tiene.
Pero, como si ello fuera poco, luego no tuvo mejor idea de manifestar que no queda mucho más por hacer.
Quien escribe estas líneas no suele pedir la renuncia de funcionarios, menos aún de uno tan gravitante como un ministro nacional pero, desde un punto de vista meramente subjetivo, la continuidad del cargo debería estar supeditada al análisis de un empleo privado.
Es decir, en otras palabras, si Ginés González García trabajara para un privado, habiendo cometido errores tan groseros como los aquí descriptos ¿Hubiese sido echado o seguiría siendo mantenido?
Probablemente ya no estaría ejerciendo en el mismo lugar. Entonces ¿Por qué se sigue manteniendo a este personaje que no tiene la más mínima idea del rol importante que cumple?
¿Por qué los Argentinos deben -debemos- seguir soportando la inoperancia de un funcionario tan relevante en estas épocas de pandemia? Más aún ¿Por qué insiste en que hay que mantener todo cerrado si luego de 6 meses de cuarentena –la más larga del mundo- la Argentina es el país con mayor contagios por millón de habitantes?
Parece que Ginés no comprende la gravedad del caso en cuanto al sustento económico de millones de familias, quienes están al borde o ya sumergidos en la miseria por no haber podido sostener los impuestos, alquileres y otras obligaciones financieras de los locales o proyectos que administran o administraban.
Una reflexión final: Es muy fácil hablar y decir boludeces desde el sector público, con sueldos realmente exorbitantes y son los mismos funcionarios los que festejan que 9 millones de familias recibieron el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). En otras palabras festejan la pobreza generada por las pésimas decisiones tomadas por parte del Gobierno.
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