“No hay ninguna posibilidad de que exista coronavirus en Argentina", dijo a fines de enero de este año Ginés González García.
Luego, por si no fuera suficiente, subió la apuesta: “Es innecesario tanto temor”, sostuvo el 5 de marzo, luego de que se confirmara el primer caso en el país.
Días antes había dicho en C5N que “el coronavirus no funciona en verano”.
Finalmente, cuando la realidad lo chocó de frente cual tsunami, debió sincerarse: “Yo creí que iba a llegar mucho más tarde”.
Lo antedicho bien podría tratarse del guión de una comedia Clase B. Pero no… no solo ocurrió, sino que además el protagonista fue el mismísimo ministro de Salud de la Nación.
En un país serio, ello le hubiera costado el cargo. Pero en la Argentina nunca ocurrirá. Porque acá cualquier puede decir cualquier cosa, en cualquier situación. Con la irresponsabilidad de los impunes.
En este tema puntual, la gravedad es intrínseca al propio coronavirus, pandemia que ya ha matado a casi 6 mil personas en todo el mundo. Ello ameritaba que la situación se manejara con la mayor responsabilidad posible, sin minimizar lo que estaba ocurriendo.
Es lo que hicieron los países que lograron mitigar los efectos de la pandemia, como Corea del Sur. Jamás subestimaron lo que ocurría, sino todo lo contrario. Y actuaron en consecuencia.
Todo lo opuesto a lo que se hizo en la Argentina, con un ministro que, no solo le restó importancia a la cuestión, sino que además lo hizo de manera sobradora. Como si aquellos que se preocupaban fueran apenas un grupo de paranoicos.
¿Qué decirles ahora a los familiares de los contagiados y fallecidos en el país? ¿Alcanza con un pedido de disculpas?
Ginés debería renunciar ahora mismo, sin vacilar. No solo por sus desaciertos respecto del coronavirus, sino además por sus desaguisados en el pasado, en los días en los que los negociados con los genéricos lo volvieron millonario.
Es una trama que está a punto de regresar de manera escandalosa, a través de testaferros y firmas mega sospechadas. Hay que prestar atención al PAMI. Esa es la clave.