Esta semana, poco después de que el gobierno nacional anunció las nuevas medidas económicas —en un desesperado intento de frenar la sangría de reservas internacionales— la oposición salió “a coro” a pronunciarse a través de diferentes comunicados y entrevistas.
Algunos de los comentarios fueron oportunos y certeros, con críticas bien concretas y, aunque duras, muy bien planteadas. Con elementos de valoración lógicos.
Sin embargo, hubo quienes salieron a incendiar todo, a hablar de la chavización del país y de que todo está por incendiarse. A la cabeza de esos comentarios aparecen Alfredo Cornejo, presidente de la UCR; Patricia Bullrich, exministra de Seguridad, y Mario Negri, diputado nacional.
No parece casual que los dos primeros tengan pretensiones electorales y que su dura verborragia sea directamente proporcional al crecimiento de sus aspiraciones.
Se insiste: está muy bien la crítica, pero debe tener un fundamento y un límite. No todo está permitido a la hora de quejarse. Porque también son necesarios los consensos para poder avanzar como país.
Sobre todo porque la economía se basa en la confianza de la sociedad. En cuanto ello se pierde, todo se va al tacho. Así de simple.
Si ahora mismo apareciera un rumor de corralito o medida similar, aunque la Argentina fuera pujante y tuviera superávit, se provocaría un efecto dominó de desconfianza que llevaría a todos los ciudadanos a retirar su dinero de los bancos y generar lo que se conoce como “profecía autocumplida”.
Por eso, desde Tribuna de Periodistas solemos refutar todas esas leyendas urbanas que circulan y que hablan de que expropiarán las cajas de seguridad de los bancos o atrocidades similares. Porque la desinformación solo ayuda a empeorar las cosas, que ya están bien bravas.
Es bien cierto que la corrupción abunda y que hay mucho por señalar contra el gobierno, pero lo peor que se puede hacer ante el avance de un incendio es echar más nafta.
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