Este viernes, Alberto Fernández tenía previsto mantener una conversación con su par de Rusia, Vladimir Putin, con motivo de la compra de la vacuna contra el coronavirus que la Argentina realizaría a ese país.
Si bien se espera que ambos mandatarios aborden otros temas vinculados con la relación bilateral, la polémica Sputnik V será "el eje" de la conversación.
En ese contexto, hay varias cuestiones que penden en el aire. Inquietantes preguntas que carecen de respuesta:
-¿Será obligatoria u optativa la aplicación de la vacuna, ya que el gobierno ha abierto ambas posibilidades?
-¿Qué ocurrirá con las negociaciones que se abrieron con otros países por las otras vacunas en experimentación, como la de Astra Zeneca?
-¿No era que se iba a esperar a que se culminara con todas las fases de experimentación antes de adquirir el producto ruso?
-¿Por qué se decidió comprar la vacuna más caras de todas, que asciende a 12 dólares, siendo que las demás cuestan un promedio de 3 dólares?
-¿Por qué, a diferencia de otros países, Rusia se niega a mostrar los protocolos de la investigación en ciernes?
-¿Por qué el gobierno argentino no revela las condiciones firmadas con ese mismo país a la hora de adquirir la vacuna de marras?
-¿Por qué el gobierno afirma que se vacunará a la población en diciembre, siendo que falta aún mucho por comprobar a nivel científico?
-¿Por qué el viaje a Rusia de Carla Vizzotti, secretaria de Acceso a la Salud, fue “secreto”?
-¿Por qué se "apura" a la ANMAT a comprobar la efectividad de la vacuna en solo 30 días, plazo que es de imposible cumplimiento según todos los expertos?
-¿Por qué se confía en una vacuna que solo se probó en 72 personas, ninguna de ellas del sexo femenino?
-¿Alguien se dignará a responder alguno de estos interrogantes?
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