La realidad es incómoda, pero debe ser dicha con todas las letras: Susana Trimarco pasó de la más absoluta miseria —en 2003 no tenía siquiera calefón en su casa— a ostentar un nivel de vida que hasta los más adinerados podrían codiciar.
A su vida de lujos se suman sus exóticos gastos, que se reflejan con claridad en su propio vestuario cotidiano, el cual fue madurando —de 2003 a la fecha— de manera envidiable.
A los hechos me remito: cuando a Daniela Vanesa Palavecino, vecina de la mujer, le preguntaron si la familia Verón tenía “algún problema económico”, no dudó: “Sí, ellos tenían problemas económicos. Vendieron el departamento de Marita y también un auto que tenían”.
El Comisario Jorge Tobar también lo admitió en el expediente que investiga la desaparición de la hija de Trimarco: “La situación económica de la familia Verón no era buena”.
Años después, la cosa cambió por completo y la madre de Marita Verón, no solo pasó a vivir la gran vida, sino que además llegó a ostentar custodios y choferes.
Cuando el autor de esta nota pidió explicaciones al respecto, desde la fundación María de los Ángeles Verón advirtieron que estos últimos han sido asignados por las constantes amenazas que supo sufrir la madre de Marita.
Sin embargo, ello ha sido refutado por Segundo Miguel Toledo, uno de los custodios que le paga el Estado.
Cuando le fue preguntado si recuerda “algún episodio que haya habido fuera de lo particular en el domicilio”, el uniformado respondió sin dudar: “No, no había nada anormal”.
“¿Sabe si en el domicilio se recibió algún tipo de amenaza?”, insistieron en preguntarle. “No”, contestó seco. Al mismo tiempo, Toledo confirmó que Trimarco “tiene dos custodios y dos choferes que la llevan y la traen”.
Hay varios testimonios que confirman cómo la madre de Marita mejoró económicamente, uno de ellos se escuchó en el juicio el 15 de agosto 2012 y pertenece a una productora de TV llamada Lilia del Valle Saavedra.
La mujer admitió que Trimarco había mejorado en sus finanzas, aunque se atajó: “Es un cambio lógico”.
Otra de las personas que declaró sobre el nivel de vida de la madre de Marita, Irma Abraham, fue más dura y directa: “Considero que ella está usufructuando la desgracia de su hija. Es público y notorio, se compró la casa más cara que es la casa de los Jiménez, por lo menos que haga una donación al hospital”. Fue el 3 de mayo de 2012.
En realidad, no hace falta hurgar demasiado para encontrar a quien advierta sobre la gran vida que se da Trimarco. Caminando por las calles de Tucumán abundan los testimonios.
“Trimarco anda en una camioneta 4x4, tiene ropa de alta costura, siempre viaja al exterior, vive en un barrio de la Caja Popular de Ahorros de Tucumán, una entidad autárquica en los papeles, pero bastión del gobierno. Esta institución está intervenida desde hace rato”, dijo a este periodista un vecino de la madre de Verón.
-¿Por qué vive ahí?
-Imagino que es porque se trata de un barrio híper tranquilo. Así y todo, le gritan cosas en la calle... Yo creo que le tiene miedo a las mentiras que dijo.
Luego de lo antedicho, la pregunta se vuelve inevitable: ¿Cómo hizo Trimarco para lograr acopiar la fortuna que hoy ostenta? Para responderlo, basta otear la etapa completa del kirchnerismo, de la cual la mujer explicó poco y nada respecto de los fondos recibidos.
En marzo de 2016, el secretario de Vivienda y Hábitat de la Nación, el tucumano Domingo Amaya, realizó un detallado informe sobre la Fundación María de los Ángeles Verón.
Allí dio cuenta de algunos casos paradigmáticos de presuntas anomalías con los que se topó. Entre ellos, aparece el de la construcción de un jardín de infantes por parte de la Fundación en los predios del ex hospital Militar.
El texto detalla que el monto pautado para la obra era de $ 22,4 millones, y que al 4 de diciembre de 2015 se había hecho el primer desembolso por $ 5,6 millones. “A la fecha, dicho pago no ha sido rendido ni se ha presentado el certificado de inicio de obra”, se lee en el documento oficial de la Secretaría.
“El expediente presenta, además, una serie de irregularidades administrativas”, añade. Entre las presuntas anomalías se destaca la falta de documentación que justifique el monto del convenio, la ausencia de un plan de obra con modo y plazo de ejecución y una carátula de expediente de pago generada con anterioridad a la carátula del expediente del proyecto de obra.
“¿Cómo vamos a rendir si no se ha empezado la obra ni nada? Eso no se ha tocado nada. Yo no voy a tocar ese dinero”, aclaró de inmediato Trimarco cuando se le consultó por el informe de la Secretaría de Vivienda. “Fui a Buenos Aires y me dijeron que por ahora deje las cosas así como están y que cuando se empiece de nuevo con el tema de activar las obras públicas, recién se empiece”, añadió.
Lo antedicho es solo la punta del iceberg de un tópico escandaloso que será parte de una próxima nota.
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