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El regreso de Aníbal disparó la inesperada preocupación de mis seguidores y amigos

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En primera persona
En primera persona

Y un día volvió Aníbal Fernández, en una suerte de Deja Vu imposible. Una suerte de superación infinita del realismo mágico de Gabriel García Márquez.

 

La diferencia es que la llegada del otrora jefe de Gabinete no es parte de ninguna trama de ficción. Si lo fuera, bien podría ser de terror.

Sufrí sus embates hace poco más de 18 años, cuando los Kirchner llegaron a la Casa Rosada. Fue después de que osé revelar sus vínculos con el mundo de las drogas.

Lo hice a través de tres notas periodísticas de investigación, que a lo largo de los años se convirtieron en una veintena. Y en un libro de investigación.

En 2004, un año después de que Néstor llegó a coronarse como presidente de la Nación, me llegó la primera intimación por parte de Aníbal. Un juicio por calumnias e injurias, derivado de un artículo en el cual explicaba sus vínculos con un hecho policial sorprendente: el vuelco de un patrullero de policía con 116 kilos de cocaína en Salta.

Los uniformados que conducían el vehículo estaban aterrados y aseguraron sin vacilar que el dueño de ese cargamento era el hoy ministro de Seguridad. La historia es sorprendente, pero ahora mismo no viene al caso.

Ese juicio se lo gané a Aníbal en 2009, en segunda instancia. Porque en principio Norberto Oyarbide me había condenado, obviamente a pedido del entonces ministro del Interior.

Ese mismo año me hizo otra querella, por vincularlo con el triple crimen de General Rodríguez. También le gané en la Justicia. Básicamente porque fui el único que entrevistó a uno de los asesinados, Sebastián Forza, quien me anticipó que Aníbal quería liquidarlo. Amén de ello, hice la mejor investigación que un periodista pueda hacer.

Ello enfureció al hoy funcionario K, quien decidió hostigarme por todas las vías posibles, obligándome a emigrar del país y recalar en Uruguay.

Luego, cuando no pude sostenerme más a nivel económico, volví a la Argentina, pero no ya a Buenos Aires. Me mudé a Mendoza. Es donde vivo desde 2009.

El tiempo fue tranquilizando las cosas, y mi familia fue perdiendo el temor, poco a poco.

Pero todo volvió a “fojas cero” con el regreso de Aníbal, que retornó con sus pelos y mañas, y todo lo demás.

¿O alguien cree que de pronto abandonó sus viejos vicios? Para nada, no solo sigue siendo el gran manager del negocio narco en la Argentina —especialmente en la provincia de Buenos Aires—, sino que ha crecido en poder e influencia.

¿Qué me depara ante tal panorama? ¿Habrá nuevos juicios y hostigamientos o Aníbal “pasará a la acción”?

Son preguntas que me hago ahora mismo, y mis allegados también se las hacen. Y miles de tuiteros que me vienen escribiendo en público y en privado y me dicen que me cuide. Para que no me pase nada.

Pero, ¿qué puedo hacer? ¿Cómo cuidarse de algo así, una suerte de amenaza velada y permanente? ¿Cómo uno se previene de la mafia, sobre todo cuando está enquistada en el poder?

Solo me queda la esperanza de que tendré buena suerte. Que el azar se pondrá de mi lado. Porque ni siquiera soy creyente religioso.

Por las dudas, me persigno. No vaya a ser que...


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6 comentarios Dejá tu comentario

  1. Porque no hubo ningún juicio. Son querellas sobre frases puntuales, y se investiga si esas frases lesionan o no las causales de la querella. Cuando fallan que determinada frase no lesiona, Sanz viene acá y te engaña diciendo "Como no me ganó la querella, entonces yo tenía razón: Es un narco". No, tarado, el fallo no dice que es un narco, dice que la frase observada puntualmente no lo lesionaba Pero Sanz sabe engañar a su clientela con estas cosas, y como nadie le exige aclaraciones, sigue adelante.

  2. Ay Ferrante... Ferrante.. Que te pasa? Que yo recuerde, vos eras uno de los conspicuos columnistas de este espacio.. De un día para otro, desapareciste.. y al tiempo reapareciste tirando mierda a Sanz y a este blog.. No sé si tu odio es contra Sanz por haberle prendido la luz a semejante lacra como Anibaúl, o tenés algún encono personal contra el que escribe esta nota.. De todos modos, es muy poco creíble tu aporte..

  3. Discrepo respetuosamente con el Sr. Sanz: Aníbal Fernández no es, en éste país en joda, "una suerte de Deja Vu imposible". Por el contrario, es la lógica y consecuente evidencia del reciclado de la delincuencia que nos agobia hace tantas décadas. Es impensable que ocurra algo parecido en las democracias ya consolidadas. Allí, los sospechados de delitos graves jamás vuelven a integrar gabinete alguno ni son enviados a dirigir empresas extractivas de minerales ni exhiben su impudicia recurrentemente en los medios de comunicación. Cuando pasen las décadas, quizá ello forme parte de una nueva cultura política. Mientras tanto, quizá podamos empezar con un masivo voto de repudio a ésta boñiga agobiante.

  4. La democracia es entonces toda una simulaciòn.Nadie garantiza , ni nada nos puede proteger , porque no hay justicia..y sin justicia, no hay nada.Todos estamos inseguros, uno mas que otros...y ud. por lo que he leido de los expositores-excepcion de charly- muestran indiferencia, esa complicidad de cobardes, y esa creencia de que estamos en una democracia y es su reaseguro, tamaña candidez o inocencia, es una risotada , parece una joda, porque es un estado de servidumbre Inconsciente, hasta carece de imaginaciòn,

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