Ya escribí, allá lejos y hace tiempo, sobre Hugo Alconada Mon. Dije que era el mejor periodista de investigación de la Argentina. Y no me arrepiento. Fue en los idus de 2016.
No imaginé entonces que alguien osaría alguna vez cuestionar su trabajo profesional. Porque, insisto, es el mejor de todos nosotros.
Puede a alguno no gustarle qué temas investiga o cómo los investiga. Pero jamás nadie podrá cuestionar su honestidad. Porque es a prueba de balas. Me consta.
Pero ahora mismo hay un montón de tipos que están poniendo en duda aquella afirmación. Y tienen un gran poder de fuego. Y se nota que están decididos a destrozar su reputación. Y están a nada de hacerlo.
Ciertamente, son un grupo de impresentables a sueldo del “empresario” Cristóbal López, furioso con Alconada porque le estropeó algunos de sus curros a través de sus revelaciones en diario La Nación.
Entonces, estos tipos buscan dinamitar las fuentes de información del colega. E intentan encontrar incongruencias en sus notas. Y ponen el foco en trivialidades y presuntas contradicciones. Que finalmente no son tales. Porque el fondo de la cuestión, aquello que reveló Alconada, permanece intacto y fue confirmado por la Justicia.
Básicamente, que Cristóbal evadió miles de millones de pesos y usó ese dinero para comprarse otras empresas con las cuales estaba encaprichado.
De eso tendría que hablar el luctuoso empresario —siempre sospechado de testaferro de los Kirchner— y de ninguna otra cosa. Pero es mejor hablar de Alconada. Y sus supuestos pifies. Y sus impresentables informantes. Y sus contradicciones imposibles. Para que nadie le preste atención a su persona.
Y lo logra, porque ahora mismo yo estoy escribiendo esta nota. Y esta nota habla de Alconada, y no de Cristóbal. O de ambos. Pero más de Alconada. Y soy un idiota útil. Pero no me importa.
Porque no hay muchos periodistas como Alconada. Y hacen falta muchos como él. Muchos. Para que se destapen putrefactas ollas y terminen tras las rejas los que cocinan sus desaguisados allí.
En fin… nada, eso. Solo decir lo que quería decir. Sin una gota de periodismo, pero con mucha catarsis personal. Bien subjetiva, por cierto.
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