El abogado Joaquín Faliti se sorprendió por el llamado. No solo por la persona que lo contactaba, sino por el momento en el cual lo hacía. Un día domingo. Raro.
Como conocía a su colega, lo atendió de buena gana. Sin esperar escuchar lo que escuchó del otro lado del auricular. “¿Cómo podemos hacer para parar las notas de Néstor Bethencourt en Mendoza Today?”.
El letrado demoró unos segundos en responder. Porque no entendía de qué corno le hablaban. “¿Y yo qué tengo que ver con Mendoza Today?”, respondió.
El diálogo se convirtió en cortocircuito, porque no hubo manera de que el “colega” entendiera algo tan sencillo. Faliti insistió en vano, y los llamados se reiteraron con el mismo pedido.
Acaso por ello es que decidió postear en sus redes sociales un mensaje claro y directo: “A los Funcionarios de @MuniGuaymallen que me están mandando “mensajes” a través de interpósitas personas por las investigaciones de @chinchumza en @MendozaToday, les recomiendo que se abstengan de continuar enviando “mensajes” o me veré obligado a judicializarlo”.
A esta altura, el enojo superó a la sorpresa. Por la insistencia absurda. Que no debería sorprenderlo, ni a él ni a nadie en particular. Básicamente porque desde Guaymallén las “advertencias” a ese diario no son nuevas ni novedosas.
Arrancan allá lejos y hace tiempo, cuando Mendoza Today decidió revelar la insoportable corrupción que ostenta aquella comuna.
Ahora, lo novedoso fue la particular molestia que generó el extracto puntual de una nota sobre protectores solares, firmada por Néstor Bethencourt. “La familia Fernández, (padre, hijos, nueras, etc.), con locales comerciales propios donde venden productos del mismo rubro donde se acopian en el municipio, donde hay muchos de ellos en cargos jerárquicos formando una asociación ilícita con pelafustanes de la talla de Diego Videla, testaferro de facturar servicios y ventas deficitarias, defraudantes para el erario público, todo sin que se pueda detener esta catarata de corruptelas”. Sintomático, por cierto.
Alguien dijo alguna vez que “hay que pegarle al chancho para que aparezca el dueño”. Y es lo que acaba de suceder en Guaymallén. Se han mandado solitos “en cana”.
Como suelen sostener los abogados, “a confesión de parte, relevo de pruebas”.