Desde hace un tiempo a la fecha, diario Clarín empezó a transitar el peligroso camino de la búsqueda de lecturas a cualquier precio. Ello derivó en la confección de notas periodísticas de las denominadas “clickbait”. Esto es, que buscan impulsar el clic de los lectores “a como sea”.
Lo que se busca es generar gran cantidad de lecturas, que luego deriva en la generación de dinero a través del sistema de publicidad “ad sense” de Google. Y otros similares.
El tipo de artículos que publica “el gran diario argentino” gravita por diversos rumbos. Algunos refieren a curiosidades y otros cuentan anécdotas interesantes. Nada del otro mundo.
Sin embargo, en los últimos tiempos Clarín empezó a meterse en un terreno peligroso, casi resbaladizo. El de las pseudociencias. A través de notas que promocionan irracionalidades varias, muchas de ellas relacionadas con la salud.
Este martes, por caso, publicó una nota titulada “Cómo hacer la poderosa oración de San Patricio para alejar la brujería y el mal de ojo”. De más está decir que el método científico refuta ambas cosas: la brujería y el mal de ojo. No hay fundamento para creer en ese tipo de irracionalidades.
Incluso la nota va más allá y explica que la oración protege “contra el veneno, las quemaduras y las heridas”. Ello es peligroso, porque impulsa a los incautos a creer que el hecho de rezar puede suplir la atención de un médico profesional. Con todo lo que ello conlleva, incluso el agravamiento del cuadro en sí.
Hay infinidad de ejemplos de ello a lo largo de las últimas décadas, incluso de personas que terminaron falleciendo por abandonar tratamientos profesionales ortodoxos, que paradójicamente podrían haberlos salvado.
En mi libro “La mentira de los poderes paranormales (y el fraude de las pseudociencias)” habló in extenso de esa cuestión. Y otras similares. Lo he puesto gratis para descargar online, a efectos de alertar a los que pudieran caer en este tipo de trampas.
En ese contexto, lo que hace Clarín aporta en el sentido contrario: invita a creer en cosas que ya fueron refutadas hace varias décadas y que muestran ciertos grados de peligrosidad.
Por ello, recomiendo siempre la mejor de las vacunas: el escepticismo. Nunca falla.