Omar De Marchi no habla. Literal. Desde hace meses, el líder de La Unión Mendocina decidió hacer mutis por el foro. Nadie sabe qué es lo que piensa realmente.
Quienes lo frecuentan tampoco saben qué hay en su cabeza. Especulan con tal o cual posibilidad, pero nada concreto. Abundan las preguntas, más no las respuestas.
¿Intentará competir de nuevo dentro de 3 años para ser gobernador de Mendoza? Si es así, ¿quién lo acompañará? ¿Persistirá su alianza con el malogrado Daniel Orozco?
Los interrogantes se acumulan al paso de las horas y ni siquiera el propio De Marchi parece estar en condiciones de responderlos. Entretanto aparecen más dudas: ¿Seguirán los referentes del peronismo siendo parte de La Unión Mendocina? ¿O volverán a su redil? Más aún: ¿Qué ocurrirá con La Unión Mendocina?
Solo una cosa parece tener clara De Marchi: será un opositor implacable, incluso sobreactuará su postura de contralor del gobierno de Alfredo Cornejo. Sabe bien cómo hacerlo.
Lo demás irá apareciendo solo, por añadidura. Incluso la posibilidad de volver a postularse como gobernador de Mendoza. No lo desvela ahora mismo.
Su única obsesión es saber qué errores pudo haber cometido durante la campaña a gobernador del año 2024, para no repertirlos en 2027. Sospecha que falló en algún punto, aunque en la mayoría de sus decisiones hizo lo correcto. De lo contrario, no hubiera arañando el 30% de las preferencias ciudadanas.
Ciertamente, no es nada complicado imaginar cuáles fueron sus errores: la elección de Orozco como vice fue uno… Por caso. ¿Cómo no se le ocurrió la opción de alguien como Jorge Difonso, a prueba de cuestionamientos?
Lo ocurrido fue todo un aprendizaje para De Marchi, quien sueña no solo con gobernar Mendoza sino también ser presidente de la Nación alguna vez.
El camino es largo y complicado, pero “el tipo es un obcecado de aquellos”, como dijo alguna vez a este diario alguien de su íntimo entorno. De los pocos que lo conocen como la palma de su mano.