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Catamarca y el sufrimiento de Néstor

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UNA DERROTA QUE ES PRELUDIO DE OCTUBRE
UNA DERROTA QUE ES PRELUDIO DE OCTUBRE

Néstor Kirchner perdió

 

    Néstor Kirchner perdió, y lo sabe. Por más que el imbécil de Florencio Randazzo salga por canal C5N Cristina 5 Néstor— a defender lo indefendible o a negar lo innegable, la amargura de lo sucedido recorre este día los despachos oficiales de funcionarios de primera y segunda línea.

    Lo sabe este periódico, no sólo porque tiene contacto con algunas de las mejores fuentes de información oficiales, sino por el elocuente gesto de derrota que muestran los rostros de algunos referentes políticos.

    Niega la realidad Néstor y sólo logra tapar el sol con un dedo. Sabe que este es el preludio de lo que viene en octubre y sólo el autoconvencimiento de que no ha habido derrota alguna lo tranquiliza.

    Jamás asumirá el error de haber pactado con los Barrionuevo y los Saadi, lo peor de la política de los últimos 20 años. Lo mueve más lo venal, lo impulsivo, y termina equivocándose. Ahora, en épocas de vacas flacas, donde el dinero no alcanza para comprar voluntades, sólo queda el convencimiento del discurso. Ahora no hay manera de hacer trampa.

    Y es cuando se da cuenta Néstor de que el discurso sólo le era efectivo con la billetera detrás de las palabras. Ahora a nadie le importa lo que diga, ya no hay estímulo alguno que sostenga esas voluntades.

    El sueño terminó. Después de casi seis años de reinado kirchnerista, la soberbia implosionó, y lo hizo en el lugar menos esperado: Catamarca.

    La bomba era esperada en Santa Fé, Córdoba o la Ciudad de Buenos Aires, pero jamás en una provincia tan poco importante —para el imaginario K— como Catamarca, un lugar que hasta Carlos Menem pudo domar.

    Néstor Kirchner gusta diferenciarse del menemismo. Lo hace con tanto énfasis que genera más suspicacias que certezas. Aquel que tanto insiste en mostrarse diferente al otro es porque se sabe idéntico a este.

    Kirchner no es Menem, eso es verdad, ambos son grandes corruptos pero tienen discursos totalmente opuestos. Por otro lado, el primero ha sabido ocultar a través de testaferros su enorme fortuna, mientras que el segundo ha logrado camuflarse en un fingido progresismo que no logra ocultar el reflejo de su inmensa riqueza.

    Menem tampoco es Kirchner, y también hace lo imposible para diferenciarse de este. Es algo que el oficialismo se cobra al contado, haciendo recorrer infatigablemente diversos juzgados federales al ex Presidente por añejos actos de corrupción.

    Sin embargo, hay un dato que hermana a ambos ex mandatarios: tanto uno como el otro han saqueado al país hasta más no poder. Y ambos han sufrido el duro golpe de tener que padecer el declive de su propio poder.

    Kirchner lo está viendo en estos días, Menem lo ha vivido hace exactamente diez años. Vaya paradoja.

 

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