El periodismo es una profesión con un gran valor social, a través de la cual los hombres de prensa oficiamos de intermediarios entre los hechos y la sociedad. Un buen periodista sabe buscar, analizar y verificar la información que finalmente publicará, encauzando gran parte de su esfuerzo a la comprobación empírica de los datos con los que trabaja.
En tal sentido, uno de los valores más importantes a la hora de indagar es la honestidad, ya que existe una premisa fundamental que reza que "la información no nos pertenece", sino a la sociedad. Y cuando se habla de honestidad, esta debe ser tenida en cuenta en todo sentido, no sólo a la hora de tratar la información, sino también al momento de reconocer el trabajo de otros colegas que han colaborado en la pesquisa de marras.
En la Argentina, el periodismo tiene más visos de vedettismo que de investigación. Al hombre de prensa autóctono le gusta más destacar su propia firma que privilegiar la noticia pura. Es uno de los motivos por el cual nuestra profesión está tan desprestigiada en estos días.
Podría hablar in extenso del tema, no sólo por ser uno de los pocos periodistas que suele señalar la "inconducta" de sus colegas —incluso los que cobran dinero "bajo mesa"—, sino por sufrir el permanente "robo" de información por parte de otros cronistas.
A esto debe sumarse una actitud de elocuente bajeza que caracteriza a algunos colegas, referida al hecho de solicitarnos datos sobre algún tema determinado y luego no citarnos como fuente de consulta.
Aclaro: debo ser uno de los periodistas más consultados por otros reporteros, por todo tipo de temas. Suelo aportar a mis colegas, no sólo mi testimonio, sino datos de gran relevancia, cuando no alguna que otra prueba documental. Incluso, he sido testigo a favor de muchos de ellos en juicios por calumnias e injurias, ayudando a salvar sus propios pellejos.
Sin embargo, son muy pocas las veces en las que soy mencionado —o el periódico que dirijo— en los artículos que estos publican, aún cuando en la mayoría de los casos reproducen textualmente mis palabras. Ni hablar de las oportunidades en las que soy yo el que necesita algún dato; en esos casos, "casualmente" nunca pueden ayudarme.
Es la idiosincracia del periodista argentino; no de todos, reitero, pero sí de la mayoría.
Revista Noticias y la falta de ética
El jueves 11 de junio pasado, publiqué en total exclusividad los nombres de dos de los testigos protegidos que el kirchnerismo había manipulado para implicar a Francisco De Narváez con el narcotráfico, Andrés Enricci y Manuel Kleiman.
A los pocos minutos fui llamado por Franco Lindner, periodista de revista Noticias. "¿Esto es real, Christian? Si lo que publicaste es cierto, es una bomba", confesó el colega, a quien no sólo le di datos puntuales de lo publicado, sino que le aporté un dossier completo con datos concretos de uno de los testigos "truchos". Jamás recibí el agradecimiento de Lindner, a quien he ayudado en no pocas indagaciones a lo largo del tiempo.
Al día siguiente, el viernes 12 por la noche, me desayuné —a pesar de la hora— con algo peor: Noticias publicaba una investigación sobre la operación contra De Narváez que contenía datos puntuales que antes habían sido denunciados... ¡por mí! Casi todo el artículo hablaba de cosas que mucho tiempo antes yo había hecho públicas, incluso con muchos más detalles.
Pero la frutilla del postre apareció en un párrafo insólito de la revista, en el cual se hablaba de los dos testigos de identidad reservada que "por primera vez" se mostrarían en esa nota. No sólo el dato no era real, toda vez que yo lo publiqué antes que nadie, sino que nunca se citó a nuestro periódico como fuente, en ninguna parte del artículo.
Para que no quepa duda, invito a cualquier lector a que compre Noticias y compare su nota con los artículos publicados por Tribuna de periodistas referidos al tema De Narváez. Desafío a ese alguien a que muestre algún dato nuevo, no revelado por nosotros. No lo encontrará.
Un paréntesis: antes de que nos "roben" un nuevo dato, lo regalamos públicamente a todos los colegas —también a los de Noticias—: en el contrabando de efedrina que investiga el Juez en lo Penal Económico Manuel Aguinsky —causa conocida como "Bolsas de azúcar"—, participaron, además de los mencionados "testigos reservados" Enricci y Kleiman, otro jefe aduanero, José Luis Sicardo.
Otro explosivo dato: pocos saben que Kleiman estuvo vinculado a la organización de la operación "Merluza Blanca" y se salvó por poco de ser asesinado en la masacre ocurrida en el Unicenter Shopping de Martínez el 24 de julio de 2008.
Concluyendo
El mismo día que fui llamado por Franco Lindner —interesado por mi investigación sobre los "testigos reservados" contra De Narváez—, fue hackeado nuestro periódico, también a causa de lo denunciado en esa nota. Sin embargo, ni Lindner ni la mayoría de los colegas que suelen pedirnos "ayuda", se preocuparon por brindarnos solidaridad alguna.
De hecho, muchos de ellos se burlaron de nosotros cuando anticipamos que habría una denuncia contra De Narváez vinculándolo con el tráfico de estupefacientes. "Si buscás ser petardista, inventá otra cosa", me dijo un malogrado colega de diario Clarín cuando esa investigación fue publicada, a fines de marzo de 2009 (1). Una semana más tarde, la Aduana presentaba su denuncia contra el candidato del PRO-Peronismo.
Hoy, los medios hablan del tema con total naturalidad, asumiendo que es una operación de prensa, pero jamás mencionarán —salvo honrosas excepciones— que fue este periódico el que lo anticipó antes que nadie.
Es el "periodismo ingrato", aquel que se vanagloria de ser el más independiente y honesto, pero que termina devorado por la ambición y estrechez de su propia vanidad.
Una pena para el periodismo, pero sobre todo para la sociedad toda.
Christian Sanz
(1) Ver https://periodicotribuna.com.ar/Articulo.asp?Articulo=5127