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Sigue el cuento de la ruta de la efedrina

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EL KIRCHNERISMO, LA DROGA Y LAS EXPLICACIONES QUE AÚN SE LE DEBEN A LA SOCIEDAD
EL KIRCHNERISMO, LA DROGA Y LAS EXPLICACIONES QUE AÚN SE LE DEBEN A LA SOCIEDAD

Si algo le faltaba a la causa judicial denominada "la ruta de la efedrina", era la aparición de un supuesto libro en la computadora de Mario Segovia —a la sazón el rey de la efedrina— referido a la construcción de armas químicas (1). ¿Es que alguien en su sano juicio puede creer algo tan disparatado?

 

Más allá de la ocurrente aparición de la referida obra, sería interesante hacer un parate en ese expediente y analizar su errático avance merced al corrupto juez Federal de Zárate—Campana, Federico Faggionato Márquez, rescatado del cadalso judicial gracias a los oportunos oficios del kirchnerismo a pleno.

Por un lado, sería oportuno que el magistrado respondiera qué sucedió con la prueba contundente que juraba poseer contra Francisco De Narváez y sus vínculos con la efedrina, lo cual mereció ríos y ríos de tinta en los principales medios afines al oficialismo de turno. Simplemente, ¿cómo es que Faggionato aseguró que De Narváez estaba fuertemente comprometido con la ruta de la efedrina y luego de las elecciones del 28 de junio pasado todo quedó en la nada?

El temerario proceder el juez, típico de su conducta extorsiva-judicial, lo ha llevado a meter a media docena de perejiles tras las rejas sin tener una sola prueba en su contra. El caso más emblemático es el del mexicano Rodrigo Pozas Iturbe, de quien la única evidencia que hay en el expediente de marras es un contacto casual con uno de los asesinados en triple crimen de General Rodríguez de agosto de 2008, Leopoldo Bina. Luego de ello, no hay prueba alguna de vínculo de Pozas Iturbe con efedrina ni ningún otro precursor químico.

Diferente es el caso de Segovia, quien tiene mucho que explicar al respecto sobre sus negocios ilícitos; pero más aún debe aclarar el kirchnerismo, ya que, según el jefe de Gabinete de Ministros de la Nación, Aníbal Fernández, es un personaje al que se venía investigando desde el año 2006 y que, no obstante ello, se le otorgaron más de 10 permisos de portación de armas. Por caso, la persona que tramitó esos documentos es un oficioso ex funcionario del Renar llamado Martín Lanatta, no casualmente íntimo colaborador de Fernández (2).

Mucho se podría decir sobre el mamarrachesco expediente judicial que descansa en el escritorio de Faggionato Márquez —el cual sólo le ha servido para pedir dinero a algunos de los detenidos a cambio de dejarlos en libertad—, pero lo más importante es aclarar un dato que se pierde de vista en medio de tanta denuncia vacía. Si realmente se quisiera terminar con el ingreso de narcos mexicanos, colombianos o de donde fuere, sólo bastaría que se votara en el Congreso Nacional una ley que limitara y controlara los precursores químicos utilizados para producir estupefacientes. Es algo que se ha intentado a lo largo de los años, pero uno de los funcionarios que ha puesto trabas a la hora de que esto sucediera es... el mismísimo Aníbal Fernández, ¿casualidad o causalidad?

Este mismo personaje —el jefe de Gabinete— es el que ha venido destruyendo el trabajo de la Secretaría de lucha contra las Drogas (Sedronar), limitando fuertemente su presupuesto y erosionando el trabajo de su titular, José Granero.

Si a estas medidas, se le suma que no hay radares suficientes para controlar el ingreso de la droga al país, no están informatizadas las fronteras y se ha despenalizado la tenencia de narcóticos —bajo el insólito argumento de no "criminalizar" al adicto—, es evidente que no existe voluntad oficial para pelear contra el narcotráfico.

No es casual esta situación, ya que la venta de estupefacientes es el negocio más rentable del mundo —mueve más de 600 mil millones de dólares por año— y eso permite financiar campañas políticas y emprendimientos privados de todo tipo, algo de lo cual no están exentos los Kirchner y algunos de sus ministros.

El problema de lucrar con este negocio, es que el precio a pagar se factura con la muerte de cientos de jóvenes que cada día perecen de la manera más dolora imaginable, bajo los estragos que provocan las drogas. Es un tema que a nadie parece importar, especialmente al jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, quien ya en el año 1994, siendo intendente de Quilmes apareció involucrado en un confuso episodio donde se embolsaba cocaína en un local partidario de su riñón para enviar a colegios secundarios (3).

Con estos antecedentes, es obvio que no hay ni habrá jamás voluntad oficial de terminar con la droga en la Argentina. Es una pelea que hoy por hoy depende de la presión que sepa hacer la propia sociedad argentina antes de seguir observando de manera impasible cómo mueren sus generaciones más jóvenes.

No es poco.

Christian Sanz

(1) Ver http://www.clarin.com/diario/2009/10/13/elpais/p-02017496.htm

(2) Ver https://periodicotribuna.com.ar/Articulo.asp?Articulo=5005

(3) Ver https://periodicotribuna.com.ar/Articulo.asp?Articulo=4261

 

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