Luego de que el líder piquetero Luis D’Elía confirmara que durante su viaje a Teherán se reunió con Moshen Rabbani —uno de los imputados en la causa del atentado a
Lo interesante del tema es que vuelve a poner sobre el tapete los vericuetos de un hecho que nunca fue debidamente esclarecido, y sobre el que aún persisten ciertos prejuicios y falsas creencias.
Lo primero que debe saber el lector es que no hay una sola prueba contra Irán respecto a su eventual participación en el atentado de marras. Las acusaciones que suelen esgrimirse se basan en documentos secretos de
A continuación, toda la verdad.
Siria, drogas y acuerdos non sanctos
Pocos recuerdan que Carlos Menem viajó a Siria en 1988 para entrevistarse con el dictador Hafezz Al Assad en el marco de la interna justicialista para las elecciones presidenciales argentinas y a efectos de solicitar fondos frescos para su campaña.
Nadie apostaba en esos días a que Menem pudiera ganar las elecciones internas y eso provocaba que este último no pudiera conseguir financistas que apoyaran su candidatura.
Al Assad, presidente de un país que sobrevive gracias al tráfico de drogas producidas en el sur del Líbano, pidió a Menem dos favores: que lavara parte del gran caudal de dinero que producía por la venta de estupefacientes y que le consiguiera tecnología nuclear.
Menem, en ese momento obnubilado por los millones de dólares que estaba recibiendo por parte de Siria, dijo a todo que sí, sin darse cuenta de que estaba sellando un pacto con una de las peores mafias del mundo. Estaba tan feliz que incluso prometió visitar Siria ni bien asumiera como presidente, como primer destino oficial.
Cuando Menem se hizo cargo finalmente del Gobierno en el año 1989, el narcoterrorista Monzer Al Kassar selló con su presencia el pacto que el riojano había acordado con Siria, al tiempo que aplaudía al lado de funcionarios y legisladores de
Con el poder en sus manos, Menem comenzó a abrir las fronteras a una sospechosa y cuantiosa inmigración siria y colocó a Ibrahim Al Ibrahim —un coronel de Inteligencia de esa nacionalidad íntimamente relacionado con Al Assad— en un alto puesto de
Pero no todo sería color de rosa. Los primeros meses de Gobierno menemista traerían de su mano las decepciones más inesperadas. Por presiones políticas varias, el reactor nuclear prometido a Siria nunca llegaría a destino y las valijas repletas de dólares esperando ser blanqueados serían descubiertas por investigadores españoles. Al mismo tiempo, Menem viajaba a Israel como presidente —enemigo declarado de Siria—, a pesar de lo que había asegurado a Al Assad.
Ante lo sucedido y a pesar de sus elocuentes promesas, Menem sólo atinó a soltar la mano de los sirios para proteger su propia imagen. Al Assad, quien finalmente tuvo que comprar pésima tecnología nuclear a China, estaba furioso. Al Ibrahim había sido procesado y Al Kassar escapaba de Argentina debido al comienzo de un largo proceso por radicación irregular en nuestro país. Era el comienzo de una venganza personal que culminaría con la muerte del hijo de Menem, el 15 de marzo de 1995.
Venganza perseguirás...
El 17 de marzo de 1992 estallaba
Manzano sólo atinó a cajonear la carpeta y asegurar —falazmente— que la explosión había sido producto de un coche bomba: una Ford F-100 cargada con Exógeno C-4. Lo único real era el explosivo, la camioneta no existía.
Menem, por su parte, denunció algo insólito: “este atentado me lo hicieron a mí”. Nunca explicó estas palabras y sólo dedicó su esfuerzo a tapar todos los indicios que conducían a los sirios en la investigación.
El tiempo borraría las huellas y la memoria.
La no investigación del atentado a la embajada de Israel envalentonó a los sirios, quienes empezaron a pergeñar un segundo mensaje que culminó el 18 de julio de 1994 cuando explotó la sede de
Otra vez las primeras pistas conducían a Siria y Menem fue más lejos que antes: ordenó que no se investigara a ningún ciudadano sirio y nuevamente habló crípticamente: “Les pido perdón”, aseguró ante el asombro de la gente. Nadie le preguntó por qué había hecho semejante comentario.
Los primeros sospechosos eran sirios y algunos de ellos demostraban tener estrecha confianza con Al Kassar. Pero no debía acusarse a Siria.
El mismo día del atentado a
Mientras tanto, la conducción de AMIA y DAIA recibía millonarias sumas de dinero a cambio de no denunciar la desinvestigación del atentado. Todo estaba perfectamente armado.
Finalmente, en el marco de la guerra entre Menem y Duhalde —pelea de poder y drogas— fueron imputados varios policías de la provincia de Buenos Aires como parte de la conexión local del magnicidio. Los mismos policías que hace dos años salieron en libertad por falta de pruebas en su contra.
Concluyendo
Aún cuando parece que el manto de encubrimiento va cayendo de a poco frente al elocuente peso de la evidencia, todavía resta dilucidar el tema de la inexistente Traffic-bomba que sospechosamente
Recordemos que la única testigo de haber visto la dichosa camioneta, Nicolasa Romero, se desdijo ante el Tribunal Federal Oral Nº 3 y confesó que
Quien escribe estas líneas ha aportado suficiente evidencia a
No es poco.
Christian Sanz (*)
(*) Coautor, junto a Fernando Paolella de AMIA, la gran mentira oficial, libro que puede descargarse gratuitamente aquí.