En el año 1989, Carlos Saúl Menem aseguró que abriría las fronteras a los capitales “de cualquier color y procedencia”. Trazaba, en esa misma diatriba, un forzado paralelismo de nuestro país con España, Nación que, luego del franquismo, permitió el ingreso de dinero de toda índole, provocando que el territorio español se infestara de traficantes de diversa índole: armas, drogas, etc.
El anuncio de Menem provocó el ingreso de copiosos fondos del narcotráfico a nuestro país. Es dable mencionar una verdad de perogrullo: no sólo ingresó el dinero, sino también las drogas, provocando una creciente “inundación” de estupefacientes que no se ha detenido hasta el día de la fecha.
Muy pocos en esos días se animaban a embestir contra esa equivocada política menemista, la cual pobló -de manera incesante- las calles argentinas de narcóticos. Uno de los únicos que se atrevió a cuestionar al entonces presidente Carlos Menem fue el periodista Jacobo Timerman, quien aseguró sin pelos en la lengua que las políticas del riojano serían la “puerta de entrada para el dinero del narcotráfico”.
Hoy en día, a casi veinte años de los dichos del patilludo ex mandatario respecto a la apertura de las fronteras a los capitales “de cualquier color y procedencia”, el kirchnerismo —que paradójicamente suele denostar al menemismo— ha calcado la decisión de permitir el blanqueo de dinero “de cualquier origen”, ayudando al ingreso del narcotráfico a la Argentina.
Infinidad de análisis han hecho los medios de comunicación respecto a esta insólita medida del Gobierno, lo cual nos exime de mayores comentarios.
El árbol que los periodistas no han visto en medio del bosque es más peligroso aún: una administración fuertemente comprometida con el narcotráfico ¿puede anunciar una medida semejante?
En otras palabras: la medida anunciada, ¿no será realmente para blanquear dinero del kirchnerismo?
Lavado de dinero
Desde 1989, existe un organismo llamado Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) que intenta embestir contra el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo a nivel global. El GAFI se encarga de supervisar a casi 180 países y elabora una serie de informes que suelen ser problemáticos a la hora de “financiarse” internacionalmente por parte de aquellos que no cumplen con sus observaciones.
Desde el año 2000, cuando se sancionó la “ley antilavado” en la Argentina, el organismo ha puesto la lupa con preocupación en nuestro país, especialmente en los últimos tiempos, a raíz de ciertas noticias que vinculan al kirchnerismo con valijas de todo tipo: unas provenientes de Venezuela con 800 mil dólares y otras que van a España con cocaína a través de la extinta línea aérea Southern Winds.
En una entrevista concedida a diario Clarín el 1º de noviembre de 2008, Gustavo Rodríguez, presidente del GAFI, ha admitido que la cúpula del organismo muestra preocupación porque en la Argentina no hay un sólo condenado por lavado de dinero.
Rodríguez denunció que existe un “bajo nivel de efectividad del sistema” de prevención y represión del lavado y agregó que podría haber eventuales sanciones contra la Argentina.
El “sistema” al que alude el funcionario está integrado por la Unidad de Información Financiera (UIF), dependiente ¿casualmente? del Ministerio de Justicia, la Justicia, los bancos y otros responsables de denunciar operaciones sospechosas.
Sea por acción o por omisión, esto es de una gravedad descomunal, y pone en jaque el futuro de las próximas generaciones.
No casualmente, diario La Nación consigna en el día de la fecha que el próximo informe del GAFI será "durísimo" e, incluso, "lapidario". “La relación con el GAFI ya venía cargada. En febrero y junio de 2005, el Grupo le envió dos cartas al Gobierno para expresar su malestar por distintos incumplimientos”, admitió el matutino.
Concluyendo
En un país en el que casi no hay radares —sólo un par de ellos en el norte del país que no funcionan correctamente—, no hay informatización de las fronteras, no existe normativa sobre los precursores químicos —hasta Colombia y México poseen una—, la dirección Nacional de Migraciones permite el ingreso de extranjeros con fuertes prontuarios delictivos, la Aduana intenta desmantelar sus propios controles, y se aboga por la despenalización de la tenencia de drogas, avanzar en la lucha contra el lavado de dinero suena a misión imposible.
Christian Sanz