El nuevo canje de deuda implementado luego de varios meses de cruentas batallas entre gobierno y oposición, induce a creer que en el fondo el antagonismo no es tal.
Tal hipótesis se sustenta en el hecho de que si bien las discusiones, peleas en recintos legislativos, medios de comunicación y arena judicial rondaron en torno a la definición de la autoridad responsable de encabezar las negociaciones con los acreedores, la utilización de las reservas del BCRA y las partidas estipuladas ad hoc en el Presupuesto 2010 aprobado, el quid de la trama, el más importante, el fundamental, el que tiene en jaque, ha tenido y seguirá tendiendo, a generaciones y generaciones de argentinos, nunca estuvo en discusión entre las partes, oficialismo y los sectores opositores, salvo meras enunciaciones aisladas que demostraron distar mucho de la intencionalidad de revertir la realidad nacional a juzgar por sus votaciones acordes a la voluntad del Ejecutivo.
El ciclo de endeudamiento ha sido reiniciado, y mientras el oficialismo implementado las mismas estrategias aplicadas para la reforma política, ley de medios, televisación del fútbol, entre otras, que inexorablemente le otorgan y siguen otorgando el éxito definitivo en todo lo que se propone, como el inminente nombramiento del Diputado Néstor Kirchner al frente de la UNASUR, la oposición, enarbolando las banderas del cuidado de las reservas, mientras proponía un recorte del gasto público combinado con el endeudamiento externo reafirmando la concepción neoliberal de la política macroeconómica, terminó perdiendo la batalla sobre reservas que, no hay que olvidar, históricamente dilapidó cada vez que pudo gobernar.
Ambas partes fueron receptoras incondicionales de la voluntad de los mercados, y acataron dócilmente la auditoría llevada a cabo por la Comisión de Valores de los EE UU.
Lo concreto aquí es que ambos sectores aparentemente contrapuestos, coincidieron de manera idéntica en seguir endeudando al país y embargar el futuro de millones de compatriotas. Este nuevo canje pretende sustituir antiguos pasivos depreciados en la cesación de pagos del año 2001, canje de títulos que sólo actualizan el eterno endeudamiento.
Las apreciaciones precedentes, en nada pretenden favorecer a partidos cuyos representantes se dicen opositores mientras votan favorablemente todas y cada unas de las normas que dicta el Ejecutivo, sin excepción, mientras sus líderes y legisladores deambulan de canal en canal, de programa en programa y brindan conferencias tratando de vender una imagen de disconformidad con el oficialismo que a esta altura no creen ni ellos mismos.
La convergencia ideológica y procedimental quedó más que en evidencia cuando en el 2005 avalaron el pago anticipado al FMI a través de los DNU. Puras patrañas, discusiones de forma, ninguna de contenido que cuestione seriamente esta erogación ilegítima.
Pero ahora, no obstante, la operatoria es mucho peor, llevada a cabo con los tenedores de bonos que en el canje 2005 no participaron y el gobierno había prometido exceptuar de cualquier cobro futuro, conforme lo establecía la llamada “Ley Cerrojo”, derogada actualmente con toda celeridad a efectos de facilitar la reapertura de las negociaciones.
“Como si esto fuera poco y por el mismo precio”, dijera alguno por ahí, este nuevo canje es un fabuloso negocio para los tres bancos que manejan la transacción, Barclays, Citi y Deutsche, en tanto el recambio de títulos les redunda en sustanciales ganancias por su intermediación, a los que les allanaran el camino por intereses que no es necesario explicitar mas, un lobby conformado por personajes como Caio Koch Wesser, Hans Joerg Rudlof y Marcelo Etchebarne, reuniéndose oportunamente con altos funcionarios del actual gobierno durante los meses precedentes. Lo mismo que han hecho en su oportunidad funcionarios tales como el Dr. Domingo Cavallo entre otros tantos a los que el calificativo más moderado que puede adjudicárseles es el de “vendepatria”.
Pero retomando el tema de los bancos intermediarios, es dable recordar algo que he mencionado en otras oportunidades y es el doble rol de Barclays como representante de los bonistas y asesor del Estado Nacional, como quedara expuesto en De eso no se habla, además de su simultánea participación en la financiación para la exploración del petróleo en las Islas Malvinas a través de la Corporación británica Desire Petroleum.
En pocas palabras, el gobierno nacional y la supuesta oposición están colaborando con la continuidad en el vaciamiento del Estado Nacional, al igual que el gobierno del Dr. Carlos S. Menem y sus predecesores.
En este nuevo Canje de deuda se han concedido pagos incondicionales de intereses surgidos de la transacción anterior, en el afán por lograr la máxima adhesión, es decir, que contrariamente a lo establecido por la Ley Cerrojo, no sólo que el Estado argentino se contradice de manera escandalosa, sino que además, reconoce los interese que pudieron haber perdido los bonistas que según el mismo gobierno nacional, habían ya perdido su oportunidad, a lo que se sumarían (se regalarían) los incentivos vinculados con el crecimiento del PBI.
Conforme a estimaciones preliminares se calcula que el canje otorgará a los bonistas una ganancia en torno a los mil millones de dólares, lo que obviamente hace bajar el riesgo país, e indica claramente que las comisiones a los bancos intermediarios serán mucho más altas que en 2005.
Todo esto, como no podía ser de otro modo, incrementa el gasto público en deuda en concepto de gastos administrativos, que mucho distan de ser “los gastos menores” como suelen representar.
Cuando el Ministro Boudou dice eufórico que los fondos buitres fueron aislados, está mintiendo, porque a los que aislaron fueron a algunos especuladores no demasiado relevantes, mientras que los verdaderos buitres son las grandes corporaciones financieras que se llevan ganancias siderales en detrimento de todo el pueblo argentino.
Desde el gobierno se pretende mostrar esta aberración como una “normalización” de la situación argentina frente al sistema financiero internacional con el objeto de empezar a solucionar los problemas de caja entre los que contamos las obligaciones pendientes con el Club de París y argumenta que esto nos permite dejar atrás el default. Sin embargo, no es más que otro discurso neoliberal, disfrazado de progre como alguna vez quedara expresado en Ideología neoliberal ortodoxa disfraza de progre.
Si realmente se quisiera reactivar la economía, distribuír justamente le ingreso, bastaría implementar políticas de Estado tendientes a promover el ahorro interno, a impedir la fuga de capitales, implementar controles del tipo de cambio, monopolizar el comercio exterior, conformar de manera oficial una Comisión Investigadora que realmente estudie en todas sus partes componentes la deuda externa y determine su grado de ilegitimidad.
El canje de deuda deja a las claras la falacia argumental del gobierno, cuando se repara por ejemplo en que el déficit fiscal podría comenzar a equilibrarse suspendiendo los millonarios subsidios a grandes monopolios, a lo que muchos ingenuos podrán responder que entonces pagaríamos muchos más caros los servicios, aunque, cualquiera que entienda el problema respondería que no, si desde el Estado se implementaran normas serias para frenar la eterna voracidad de los monopolios y se tomara la decisión de promover la tan urgentemente imprescindible reforma impositiva.
Con la discusión en torno a la Ley del Cheque vemos nuevamente la falta de voluntad por parte del oficialismo y de la oposición de tomar medidas reales, serias y a favor de la población. Esta ley, como se dijo en El impuesto al cheque es una de las mayores estafas en la historia nacional y ese impuesto debería ser derogado de inmediato, pero en lugar de discutirse eso, la hipotética oposición debate su coparticipación, omitiendo bregar por la mencionada reforma tributaria.
Para finalizar entonces, es oportuno realizar algún ejercicio numérico que ilustre un poco lo desarrollado.
Los partidarios del oficialismo esgrimen argumentos tales como que la Deuda Externa pasó de más del 720 % superior a las reservas, a ser el 120 % de las mismas, que desde el 2003 al 2009 los pasivos del Sector Público pasaron de casi un 140 % del PBI a casi un 50 %, que las obligaciones por exportaciones bajaron de ser un casi 300 % en 2003 alrededor de un 80 % en 2009, sin embargo, no todo es oro lo que reluce, o dicho con mayor propiedad, resulta muy aconsejable “deconstruír” la información, esto es, analizar cómo fue construída (léase: “por quiénes y para qué”).
Si bien los valores descriptos muestran un decrecimiento en relación al punto crítico de la deuda, lo que no dice el oficialismo es que con relación al PBI, los porcentajes son idénticos a los registrados en pleno auge del gobierno de Dr. Carlos Menem.
El achicamiento de la deuda no fue mérito de un gobierno, fue la resultante de la devaluación del 2001 que achica activos y pasivos siempre, en el caso de los pasivos, favorecen al deudor pero perjudican al acreedor, y nuestros pasivos de deuda siguieron el curso de los sucesos nefastos de desempleo, pérdida de ahorros de toda una vida de los pequeños ahorristas y pesificación asimétrica.
Entonces, que la deuda se redujera no es mérito de la gestión K, es una consecuencia accidental de la toma de decisiones del ex Presidente Eduardo Duhalde con su Ministro Remes Lenicov a efectos de favorecer oportunamente a los empresarios con los que se habían contraído compromisos de tipo político.
Por último, es otra falacia afirmar que el país no presenta dificultades para el pago de la deuda y que éste último no resulta un obstáculo para el crecimiento de la economía. Si esto fuera así ¿era necesario generar semejante desbarajuste institucional para promover una financiación urgentísima a costa de lo que sea?
Es evidente que no hay que ser un experto para advertir las mentiras y engaños a que nos tienen acostumbrados el kirchnerismo, ahora, lo que no queda para nada claro es para que equipo juega el rejunte opositor.
Nidia G. Osimani