Hace horas, ocurrió uno de los hechos más trágicos e inesperados para el kirchnerismo en lo que va del año; mejor dicho, de los últimos años. Tanto hablar de la masacre de Puente Pueyrredón, acaecida el 26 junio de 2002 —y que cortó las aspiraciones presidenciales de Eduardo Duhalde—parece haber oficiado como profecía autocumplida este mediodía, cuando un enfrentamiento entre trabajadores tercerizados del Ferrocarril Roca y empleados de esa línea, nucleados en la Unión Ferroviaria, se enfrentaron a los tiros dejando como saldo un muerto y dos heridos, uno de ellos de gravedad.
El fallecido es Mariano Ferreyra, un militante del Partido Obrero de 23 años, quien pereció luego de que una inoportuna bala se alojara en su tórax. Ese nombre, promete convertirse en el causante de los más elocuentes dolores de cabeza en el seno del Gobierno en el corto plazo. Tal es el pesar que se vive hoy, que han debido pasar varias horas antes de que algún funcionario saliera a condenar lo sucedido.
¿Ha sido casual el mutismo oficial? Para nada. La preocupación que hoy influye sobre el humor del kirchnerismo tiene que ver con la participación de activistas de la Unión Ferroviaria en los hechos, manifestantes rentados que han sabido hacer trabajos de toda índole —especialmente sucios—para el oficialismo.
Por caso, el líder de esa agrupación es José Pedraza, un millonario sindicalista relacionado a Hugo Moyano y, por carácter transitivo, a los Kirchner. Según refiere el colega Alfredo Gutiérrez, Pedraza “ha tenido problemas con la Justicia que en 2006 le dictó un embargo por 50 millones de pesos (se lo investiga por un gigantesco fraude a sus propios afiliados) y el afamado Policlínico Ferroviario quebró. Como salvataje, el kirchnerismo estuvo a punto de expropiar por ley sus instalaciones en Retiro, una operación por la cual el sindicato recibiría unos 12 millones de pesos”.
Es dable mencionar que el Gobierno tiene mucho que ver con el poderío que ostenta Pedraza y algunos de sus hombres más cercanos —responsabilidad que les cabe también a los ex presidentes Carlos Menem y Eduardo Duhalde—, no sólo por la pasividad que ha ostentado frente a las constantes denuncias contra estos, sino también por la utilización de sus militantes para “rellenar” los actos políticos oficiales.
Un dato: Pedraza no estuvo en el pasado acto en el estadio de River Plate sólo por casualidad, ya que se encontraba de viaje; de lo contrario, hubiera sido parte integrante de las fotografías que pudieron verse por agencia Télam luego de ese acontecimiento.
Este y otros detalles son los que hoy el kirchnerismo quisiera enterrar en el pasado, pero no podrá hacerlo ya que son parte de las postales más brutales de la idiosincracia K.
"Quiero denunciar a la Presidenta de la Nación, que hace poquitos días se ponía la remera de la Juventud Sindical Peronista, que entregaba a los compañeros en los '70. Hoy esta corporación en esta burocracia podrida acaba de asesinar a un compañero", señaló hace instantes Alejandro Lipcovich, presidente de la Federacion Universitaria de Buenos Aires (FUBA) y compañero de Ferreyra.
Mal que le pese al Gobierno, esas palabras serán parte de las crónicas más duras de los diarios de mañana.