Los incidentes ocurridos ayer en Constitución, obligan a un análisis profundo del “ser nacional” y la facilidad que ostenta la sociedad para generar incidentes de violencia. A poco de haber superado los desmanes en Villa Soldati, cabe preguntarse, ¿es culpa de la sociedad, de la política o de ambos?
Otra vez los incidentes en Buenos Aires revelan lo más primitivo del ser humano. Una vez más, la irracionalidad supera cualquier intento de acuerdo y razonabilidad. ¿Somos así los argentinos? ¿Es así el ser humano en general? ¿Hay manera de cambiar esa idiosincracia maldita?
Lo ocurrido en el día de ayer, revela que la paz social vernácula pende de un hilo más frágil que cualquier tipo de cordura que pueda mantenerse en el tiempo. Asimismo, muestra que, no solo es el ciudadano de a pie quien no está a la altura de las circunstancias, tampoco los referentes nacionales. Ni los oficialistas, ni los de la oposición.
Es grave la postal que ello significa, porque muestra la desnudez más cruel del ser humano y sus miserias. ¿Acaso sirvió de algo a los provocadores de destrozos lo que hicieron? Para nada, son los mismos que después debieron esperar horas y horas en las paradas de colectivos para poder volver a sus casas.
Sin embargo, lo ocurrido abre otros interrogantes incómodos que, más temprano que tarde, deberán encontrar respuesta. Por caso, cada vez que alguien se sienta disconforme por alguna cuestión, ¿volverá a utilizar la violencia más directa y primitiva para buscar una posible solución?
Más dudas: ¿Habrá algún referente del oficialismo o la oposición que eventualmente pueda aportar cordura y no aprovecharse políticamente de las miserias humanas?
Mucho podría escribirse sobre la ineficiencia política en
Será la misma política la que deba encontrar las respuestas a los dramas que hoy vive la sociedad argentina. Y tendrá que hacerlo con premura: el 2011 se acerca raudo y vengativo.
Christian Sanz