Como siempre, la patología debió ser desnudada desde fuera del país para que ocupara los principales titulares de los medios y se convirtiera en tema de discusión social. Es que, según Estados Unidos, la Argentina es el segundo mercado de Sudamérica en lo que a consumo de cocaína respecta. Solo Brasil supera a nuestro país, y lo hace solo porque tiene una población de casi 200 millones de habitantes.
Asimismo, en su informe anual sobre narcotráfico, el Departamento de Estado señala que en 2010 pasaron por territorio argentino unas 70 toneladas de este estupefaciente que siguieron su curso a Europa.
¿Hacía falta que lo dijera Estados Unidos para saber que el crecimiento de la droga en el país progresa a escala geométrica? Peor aún, ¿es casual que esto haya ocurrido?
La realidad indica que se ha hecho todo lo posible para que el consumo y el tráfico de drogas en la Argentina llegaran a los niveles en los que hoy se encuentran. ¿Qué esperaba Aníbal Fernández cuando abogaba por la despenalización de la tenencia de drogas? ¿Se suponía que esa sola medida disminuiría el tráfico y consumo de narcóticos?
Un país que no llega al 10% de radarización de sus fronteras, que no informatiza sus sistemas de control de narcotráfico, que no termina de reglamentar una ley de precursores químicos y que no hace una sola campaña para prevenir sobre los peligros del consumo de estupefacientes, es tierra fértil para que los barones de la droga quieran hacer pie a la hora de hacer sus oscuros negocios. Muchos de esos narcos que aterrizaron en la Argentina, son los mismos que otrora fueron expulsados de países como Colombia y México.
Preguntas incómodas
¿Por qué si creció la pauta del Estado en un 1.300%, de 2003 a la fecha, no hay campañas de advertencia hacia los adictos? ¿Por qué Aníbal Fernández detuvo en su momento la reglamentación de la ley de precursores químicos invocando razones de “derechos humanos”? Se trata de preguntas incómodas que el Gobierno jamás se ha atrevido a responder.
De hecho, lo único que ha atinado a hacer el oficialismo es a negar la realidad… como siempre. No es casual que haya sido el Jefe de Gabinete el encargado de hacerlo: "No ha habido un desborde en el consumo de cocaína en el país", aseguró el funcionario sin ponerse colorado.
Hay que recordar que Aníbal Fernández es uno de los principales responsables del crecimiento del narcotráfico en el país. Más allá de las incesantes denuncias en su contra, hay incluso documentos de Wikileaks que lo señalan como protector de bandas de narcos.
Frente a esto, el kirchnerismo solo ha atinado a darle más y más poder a lo largo de los años. ¿Será acaso porque la campaña presidencial de Cristina Kirchner se financió con fondos del tráfico de estupefacientes?
Eso es lo que están por dilucidar funcionarios de Estados Unidos, en el marco de la extradición de Ibar Esteban Pérez Corradi a ese país del norte. Se trata de un joven y millonario narcotraficante, sospechado por sus vínculos con dos poderosos ministros del gabinete K y que financió gran parte de la campaña oficial.
Su nombre se hizo conocido luego del Triple Crimen de General Rodríguez, por haber sido uno de sus supuestos instigadores en el marco de la fuerte competencia por liderar la venta de drogas lícitas e ilícitas en la Argentina. Hay que recordar que Tribuna de Periodistas fue el primer medio en mencionar su nombre.
Oportunamente, fuentes oficiales vinculadas a la jefatura de Gabinete admitieron que hubo ingentes gestiones por parte del Gobierno para que Pérez Corradi no fuera extraditado. Según esos informantes, su testimonio dañaría severamente la imagen de Cristina Kirchner, ya que dejaría al descubierto que ha existido una suerte de pacto con el narcotráfico a cambio de dinero para financiar su campaña.
Un ex agente de la Secretaría de Inteligencia, también mencionado en el expediente del Triple Crimen, admitió lo mismo en agosto de 2008: que la campaña del Frente para la Victoria sirvió para blanquear dinero de la droga. “Hubo dos aportantes fuertes, nada más. Y los dos son narcos”, aseguró la fuente entonces.
Luego, como se sabe, ese dinero se lavó merced a la utilización de nombres de empresarios que en realidad nunca aportaron nada. El caso de Gabriel Brito es el más elocuente.
Concluyendo
Un gobierno que esconde la realidad bajo la alfombra en lugar de enfrentarla, que aparece asociado al delito de la peor calaña y que ostenta en sus filas a funcionarios con antecedentes por narcotráfico, está lejos de poder resolver nada.
No es la primera vez que desde este espacio se da cuenta de ello y no será la última. Aún cuando ha costado a los periodistas de este medio el más feroz ataque de todos los tiempos.
En fin, ahora se entiende por qué al hablar en el Congreso, Cristina Kirchner jamás mencionó el tema de la droga. A nadie le conviene escupir para arriba.