El periodismo es una profesión que se nutre de una enorme dosis de idealismo y nada de ambición monetaria. Se trata de un trabajo que está vedado a aquellos que persiguen el lucro económico, al menos en la Argentina, donde el convenio que regula esta actividad hace que los hombres de prensa cobren sueldos casi paupérrimos.
Es por ello que, todo aquel que se imagine como periodista a futuro, debe hacerse a la idea de que nunca llegará a la riqueza personal.
Lamentable-mente, son pocos los que asumen ese axioma y, más temprano que tarde, terminan descubriendo que el trabajo de prensa no era lo que satisfacía sus inquietudes profesionales ni tampoco lo que nutre sus bolsillos.
A causa de ello, muchos de ellos terminan vendiendo sus almas al mejor postor, dejando sus propios ideales a un lado y desmereciendo una de las máximas más relevantes del periodismo: “La información no nos pertenece”.
Ese es el marco para entender por qué hay tantos hombres de prensa que sucumben a los dineros del oficialismo de turno a cambio de esconder cierta información sensible a ese mismo poder. Muchos de ellos son fácilmente identificables porque trabajan en medios claramente alcahuetes, como los diarios Página/12, Tiempo Argentino y El Argentino, o revistas como Veintitrés y Debate —a estos debe agregarse los colegas que trabajan en agencia Télam, Radio Nacional y otros medios “satélite del poder”—, pero hay otros que negocian bajo mesa al tiempo que se visten con ropaje de independencia.
Sin embargo, unos y otros terminan siendo expuestos por un documento que no puede taparse: la planilla oficial que detalla la entrega de pauta publicitaria del Estado. Si bien hay algunos medios y periodistas que otorgan contraprestación propagandística a cambio de ese dinero, muchos no lo hacen.
Entonces, aparece la incómoda pregunta: ¿A cambio de qué esos periodistas cobran del Estado? La respuesta, de tan obvia, ni merece mencionarse.
Pero veamos quiénes son algunos de los que aparecen en el listado maldito que detalla quiénes cobran dineros del kirchnerismo: Dante López Foresi, su hermana Liliana, Eduardo Feinmann, Walter Goobar, Jorge Jacobson, Enrique Vázquez, Gerardo Yomal, Julio Villalonga y Horacio Embon, son algunos de los nombres que figuran allí. Muchos de ellos ni siquiera trabajan hoy en medio de prensa alguno. Se insiste: ¿En concepto de qué cobran entonces?
También aparecen allí productoras de la talla de La Cornisa de Luis Majul —cuándo no — y Cuatro Cabezas que supo ser de Mario Pergolini. Pero pueden verse asimismo nombres de “productoras fantasma” —que suelen encubrir el nombre de periodistas de renombre— y hasta un suculento aporte a la AMIA, la mutual israelí argentina que suele alinearse a los diversos gobiernos de turno a la hora de encubrir la trama del atentado que supo sufrir en julio de 1994. Ahora se entiende por qué.
El listado es tan extenso como interesante y se ofrece completo en PDF (*) para ser descargado por los lectores de Tribuna. Allí se ve hecho carne la máxima de que “nadie resiste el archivo”.
Si cabe, que lo disfruten.
Christian Sanz
Twitter: @cesanz1
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