El rito iniciático fue el pasado 24 de marzo, aniversario del golpe de Estado de 1976. Una formación a paso militarizado de niños menores de 10 años, fueron llevados a un macabro escenario montado en las afueras del Congreso de la Nación. Inodoros simbólicos, gigantografías de personas públicas no digeridas por el kirchnerismo (Mirtha Legrand, Hernestina Herrera, Joaquín Morales Solá, Chiche Gelblung y otros), y un lema macabro al que fueron llevados esas pobres criaturas: Escupí tu bronca.
Quienes llevaron a ese bárbaro acto fue una organización que su momento se llamó “La Poderosa”. Para los jefes de esas tantas organizaciones kirchneristas financiadas por dineros públicos, el escupidero público de esa tarde se convirtió en un éxito. Querían provocar a los medios de prensa y a la oposición al lanzamiento de ese kínder fascista que salivó decenas de imágenes. Ni siquiera periodistas que ahora se congracian con los K. se salvaron: Mauro Viale fue una de las víctimas del escupitajo público aunque ahora trata de hacerse meritorio a los ojos oficialistas, y declama a los cuatro vientos su amistad con Anibal Fernández.
Todo parecía haber quedado allí, como un nuevo eslabón de la cadena de odios que sustenta sociológicamente Cristina Fernández y su séquito en pos de degradar cualquier manifestación de independencia política y periodística.
Pero no quedó allí. Hace unas semanas, la organización que produjo el show de escupitajos cambió su nombre y ya comenzó a operar políticamente en las escuelas primarias. Su nuevo nombre: La Camporita.
Una madre estaba revisando el cuaderno de clases de su hijo de diez años, cuando descubrió aterrada un panfleto escrito y dirigido para niños en un lenguaje que rebasaba odio por los cuatro costados.
“¿Qué es esto..?” , le preguntó a su hijo. Con toda la inocencia de la edad, el chico contestó: “mamá, soy de La Camporita…” y continuó con un petit discurso de adoctrinamiento fascista recién asimilado.
La madre fue al otro día a hablar con las autoridades del colegio, indignada y a la vez aterrada con esa insólita aparición de propaganda kirchnerista junto al cuaderno de clases del niño.
La directora del colegio titubeaba, no sabía bien qué responder. Le explicó que los propios compañeritos del colegio (hijos de padres que militan en La Cámpora ) llevaban propaganda con el sello de La Camporita y adoctrinaban a los pibes del colegio. Todo fue en un tono de mucho miedo (por eso obviamos mencionar más datos que puedan poner en riesgo a la madre y a las propias autoridades del colegio).
Los padres cuyos hijos están siendo víctimas de este pretendido lavado de cerebro no saben aún si cambiar a sus hijos de colegios o realizar la denuncia judicial. Esta maniobra atroz es muy reciente, se está conociendo no hace más de quince días y si bien se realizan encuentros de padres en domicilios particulares, reina el temor y la desconfianza a qué pueda hacer la justicia manejada por el kirchnerismo.
“Si mi hijo tiene que declarar aunque sea en una cámara gesell, queda expuesto y nadie nos asegura imparcialidad del proceso y mucho menos garantía de qué no habrá represalias”, decía la madre que contó este episodio.
Un kirchnerista que comienza a formar parte de los “arrepentidos”, dijo a este periodista que el posible organizador de La Camporita es el subsecretario para el Fortalecimiento de la Democracia, Andrés “El Cuervo” Laroque.
Esta aberrante forma de adoctrinamiento infantil (no se trata de chicos que quieren inducir a sus compañeritos a ser hinchas de un club de fútbol, sino una maniobra de lavado de cerebro infantil alentada desde las altas esferas oficiales), recuerda episodios de los cuáles la historia recuerda con bronca y miedo a la vez.
En 1936 la Alemania nazi reclutó obligatoriamente a niños en edad escolar formando las Juventudes Hitlerianas. Tres años después del incipiente movimiento, ya eran siete millones de niños los que formaban parte de esos núcleos a los que el propio Adolf Hitler saludaba en persona en celebraciones y actos muy parecidos a esos “Escupí tu bronca” que tuvo lugar en el Congreso el 24 de marzo pasado.
Las Juventudes Hitlerianas fueron llevadas a formular declaraciones como éstas: “…vosotros los viejos habéis de ser erradicados para que sea posible dar comienzo a la nueva era… y confesaban su apoyo incondicional al régimen nazi.
La higiene racial y la limpieza étnica nunca faltaban como conceptos elementales que daban lugar a la existencia de esos chicos inducidos al odio.
Es casi el discurso de la propaganda de “6,7,8”. La Camporita corre en aquella misma senda. Cada padre sabrá ahora cómo manejarse frente a la manipulación que se pretende hacer en la mente de sus hijos.
Jorge Boimvaser