Como si se tratase de un libreto prolijamente estudiado, el juez federal más mediático de la Argentina, Norberto Oyarbide, continúa con su febril actividad en busca de pruebas relacionadas con el affaire Schoklender alias “Schoky” y la “Madre de todos” Hebe Pastor de Bonafini.
El juez que no tiene descanso y sin embargo encuentra tiempo suficiente como para concurrir a fiestas carnestolendas por su querido litoral, que además de manejar con mano de hierro dos juzgados federales con causas muy sensibles y de trascendencia institucional y mediática, tampoco se priva de tocar y bailar hasta con Carlos “Mona” Giménez, viene realizando una maratón de allanamientos relacionados con irregulares manejos de fondos públicos.
Pero esta conducta evidencia un verdadero modus operandi, ya que apenas iniciada una causa judicial que involucra a personajes de cierta envergadura política, comienza con sus fuegos artificiales en una frenética actividad que no se condice con el trámite que llevan otras causas seguidas ante sus juzgados.
Es decir, luego de los primeros efectos mediáticos pareciera que los expedientes se desinflan, denotando así un reiterado proceder propio de una especie de cortina de humo funcional hasta el advenimiento de otro escandalete neutralizador.
Así la opinión pública no deja de sorprenderse, aunque muchos ya descubrieron las mañas de Su Señoría y toman jocosamente su actitud, sabedores que, al final no pasará nada que perturbe el saqueo que tanto entusiasmo realizan muchos funcionarios públicos investigados en tan permeables tribunales.
Enrique Piragini