Mientras la presidente del Brasil, Dilma Rousseff admite que ese país ha sufrido los efectos de la crisis que afecta al primer mundo, en el gobierno argentino preocupa una posible devaluación del Real.
La razón es sencilla: la economía de Brasil depende de lo que ocurre en los EE. UU., y la de la Argentina, de lo bien que le vaya a Brasil. Pero ésta última se contrajo desde 2008, esta vez, unos 0,26 puntos porcentuales en el sexto mes de este año con relación a mayo.
Si se deprecia la moneda brasileña, producto de la crisis financiera internacional, se resentiría el comercio entre la Argentina y Brasil porque bajaría la demanda. Nuestro país vería sensiblemente reducidas sus exportaciones y no tendría más remedio que devaluar.
En 1999 Brasil devaluó su moneda y ese fue uno de los factores del derrumbe de la convertibilidad en la Argentina.
A efectos de evitar que su economía se recaliente, Brasil ha reducido su gasto, lo que podría redundar en una disminución en la demanda y consecuente deterioro de nuestras exportaciones.
El mayor problema para la Argentina, es que hoy no cuenta con superávit fiscal ni comercial real como hace unos años, por lo que no podría evitar tener que devaluar su moneda de ocurrir lo mismo en Brasil.
Pero el ministro de Economía, Amado Boudou, ya se encargó de negar públicamente una posible devaluación del peso frente al dólar, al decir: "Seguiremos administrando el tipo de cambio. No habrá saltos bruscos para ningún lado", a lo que añadió: "Lo importante es que no necesitamos planes de apuro porque llevamos ocho años trabajando en temas de fondo, como el desendeudamiento".
Si algún mérito hay que reconocerle al ministro, es que como economista, sabe ejecutar muy bien la guitarra.
Nidia G. Osimani