Luego de más de cinco horas de exposición ante los diputados opositores que prefirieron mantener el estricto secreto para enviar la versión taquigráfica del encuentro al juez Norberto Oyarbide, Sergio Schoklender regresó al domicilio de su ex mujer, la psiquiatra Viviana Sala en el barrio de Chacarita y dio algunas declaraciones a este periodista.
Antes de su llegada en el auto Audi negro azulado del colorado conductor, chofer de Graciela Camaño, presidenta de la Comisión de Asuntos Constitucionales, Schoklender habló de los mensajes encubiertos del jefe de gabinete, Aníbal Fernández, para que respetara el código de silencio pues, "ellos —por los Kirchner— no se olvidan de los amigos".
Fuera del recinto, los diputados solo salían para ir al baño o pedir algún refrigerio. Chyntia Hotton fue la primera en retirarse pues, aunque no pertenecía a las comisiones de Viviendas ni de Asuntos Constitucionales, tuvo un entredicho con sus colegas. Eduardo Macalusse también se ofuscó porque el encuentro sería en secreto y, fuera de la sala, se ocupó de criticar la visita de Schoklender con los periodistas presentes. "No dijo mucho, no sé para qué lo trajeron, es un show". Sin embargo, los periodistas no estuvieron presentes y la única información que se manejó fue por trascendidos. "Hay que dejar que actúe la Justicia", dijo el diputado afín a Hermes Binner. "¿Qué justicia?, le repregunté, ¿la que dejó libre a Menem?" Macalusse me miró y sonrió... "y... tenés razón".
Las preguntas de los diputados giraban en los mismos puntos que el ex apoderado dijo en los programas periodísticos televisivos. Los diputados tuvieron menos originalidad que muchos periodistas de los grandes medios de comunicación. Poco indagaron sobre los viajes a Bolivia y Paraguay de los famosos aviones de Meldorek: "Se usaba como taxi", dijo un diputado radical.
Tampoco sobre la falsificación de firmas, "lo negó o no recuerdo si hablamos de eso pero tal vez lo está diciendo ahora que salí al baño", respondió otro desconcertado diputado radical de Olavarría de apellido Lancetta.
Maculesse seguía diciendo a todos que el encuentro "no tenía sentido". Ricardo Gil Laavedra salió más cantidad de veces al baño que las preguntas que hizo y solo le hablaba al oído a una colega cronista de un matutino. Fernando Iglesias de la Coalición Cívica pidió que no le insista, "de este tema no hablo". Eduardo Amadeo decía sentir "asco", tal vez la palabra de moda del 2011. "No difiere de lo que dijo en la tele" y le dije en la cara que él (por Schoklender) fue cómplice". Luego diría que el asco lo sintió por la forma en que el Gobierno manejaba la obra pública. Y maneja, aclararía yo. Macalusse seguía insistiendo, "no se puede citar a la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Nación si se habla de financiamiento de una campaña en la Capital Federal".
A esa altura, Sergio Schoklender había salido una sola vez al baño a las 14:20 horas y la espera en los pasillos del Congreso era inútil. No hablaría. Reconozco que no fue idea de este cronista sino de su compañera para que nos retiráramos a esperarlo en la puerta de su domicilio. Allí, una hora y media después, Schoklender se sorprendería de nuestra presencia pero mantendría un diálogo en estricto secreto. La mirada de su acompañante de origen armenio y de apellido Cervian, se mantenía imperturbable. Su ex mujer Viviana Sala y su hijo acababan de llegar en un radio taxi. Sergio Schoklender aceptó que le tomen unas fotografías.
Dijo que la exposición en la Cámara de diputados fue "importante" y "espera que haya servido" y que prontamente, "lo llamen a declarar en la causa". Ante la pregunta de si había escuchado en el auto oficial de la Cámara, por radio, las declaraciones de Hebe de Bonafini que había dicho que el Congreso era un nido de ratas y él, por Sergio, una víbora, respondió que estaba "cansado y triste" y que prefería no hablar de Hebe.
Por último, ante las distintas versiones de diputados disconformes con las escasas pruebas que presentó Sergio Schokleder, él dijo que aún tiene mucho más para contar.
Luis Gasulla