Hay que reconocerlo: el discurso fue efectista y efectivo. El cierre de campaña de Cristina Kirchner no solo fue organizado muy cuidadosamente, sino que contó con todos los ingredientes necesarios para encender la chispa de la emoción en todos aquellos que pudieron apreciarlo.
Algunos tópicos que aparecieron eran previsibles, como el recuerdo de “Él” y la referencia a sus hijos Máximo y Florencia. Siempre con un tono de voz que jugó al límite de la emoción y el quiebre.
Lo que nadie esperaba era la invocación a cifras del Indec o la concurrencia al acto por parte de los personajes de sus spots de campaña. Esto último ha sido desacertado finalmente, ya que, como publicó oportunamente Tribuna de Periodistas, algunas de las publicidades del Frente para
Tampoco fue oportuno que Cristina asegurara que la desocupación bajó al 7,2 por ciento, a sabiendas de que esa y otras cifras del Indec están bajo sospecha, no solo a nivel nacional sino también internacional.
Curiosa ha sido asimismo la invocación hecha a su compañero de fórmula: "Quiero agradecerle a Amado Boudou porque él es parte, se siente parte y nos va a permitir, no solo a mí, sino a todos los argentinos, tener mayor institucionalidad, pero institucionalidad en serio, no solamente en los discursos", dijo
¿Qué institucionalidad puede representar la figura de un ministro que solo saber decir “sí, Cristina” y que no decide ninguna arista de la política económica argentina?
Hablando de finanzas,
Hay que decirlo: abundó el discurso de Cristina de lugares comunes e hipocresías varias, como cuando convocó a todos los dirigentes a "trabajar por una Argentina diferente". ¿Hace falta recordar que jamás
Como siempre, Cristina ha apelado al discurso errático, que abunda en datos falaces y exagera a la hora de brindar información que termina siendo incomprobable. Desubicado en muchas de sus partes, como cuando dijo que esperaba que “este año me aprueben el Presupuesto que mandé”. ¿Fue un pedido o un apriete?
En fin, muchas palabras vacías, hipócritas, y una sola verdad casi al final de la disertación. Se trató de una fuerte confesión por tratarse de un acto de final de campaña: fue cuando la mandataria admitió que “esta no es una lucha de imparciales” y, por si cupiera alguna duda, agregó que ella no es “neutral”.
Toda una “sinceridad fatal”, como diría la editora de este periódico.
Christian Sanz
Twitter: @cesanz1