Chanta como pocos, caradura e hipócrita. Claudio María Domínguez es el típico personaje que vendería a su propia madre, si fuera preciso, para lograr sus propios objetivos.
Con un discurso que abusa de los sincretismos y exagera el pensamiento irracional, el ex "niño Odol" se muestra como una suerte de conciliador de la humanidad, pero solo cuando las cámaras o los micrófonos se encienden. En soledad, ostenta su real cara: la de un hombre que solo habla de dinero y escapa del contacto con el público al que dice amar en cada uno de sus mensajes.
Sai Baba, “sanadores filipinos” y el maestro Amor, no solo están relacionados por las interminables denuncias que supieron enfrentar a lo largo de los años —dos de ellos por abuso sexual— sino también por la mano complaciente de Domínguez, quien los ha llevado al estrellato mediático. ¿Qué podría decir este a los familiares de quienes han sufrido las estafas de semejantes personajes? ¿Cómo justificar la otrora defensa de quienes no resisten un archivo?
Poco le importa eso a Claudio María; lo relevante para él es vender libros y llenar teatros, con su discurso "new ager". El archivo tampoco lo ayuda: muchos recuerdan aún la cámara oculta que le fuera realizada a su secretario privado, ofreciendo espacios de difusión en su programa de TV a cambio de dinero contante y sonante. Gracias a ello, han florecido en "Un mundo mejor" —magazine conducido otrora por Domínguez— estafadores de diversa índole, siempre vendiendo milagros de lo más improbables.
Así fue creciendo la popularidad de Claudio María, sobre la base de la total pérdida de escrúpulos; solo mentalizado en una cuestión: facturar cada vez más. Así llegó hasta el multimedios de Daniel Hadad, coronando con ese acto su completa falta de principios. ¿Podía desconocer Domínguez para quién trabajaba? ¿Olvidó acaso los vínculos que su nuevo jefe mantenía con lo más rancio del menemismo-yabranismo?
Jamás pensó en ello, solo en seguir haciendo dinero, a través de la venta de vacíos libros y conferencias anacrónicas. La plataforma sería su programa en C5N, "Hacéte cargo", desde donde promocionará su propio trabajo. Lo mismo hará a través de Radio 10, la emisora que nació de un apriete al entonces intendente Fernando De La Rúa en los años 90.
No hay ideologías en Domínguez, ni compromiso alguno de su parte, solo hipocresía. Si mañana lo llamara el grupo Clarín, iría sin chistar. Su dogma es el dinero, nada más. No importa lo que implique acceder a él.
Por eso, cuando fue abordado por un activista antisectas en la Feria del Libro, Domínguez no supo qué responder. A él no le interesan los heridos que quedan en su camino a la fama. "No me rompas las pelotas", le dijo a aquel que le exigió explicaciones por su inentendible alabanza al corrupto “maestro Amor”. ¿Qué decirle a una persona que perdió a su familia por culpa de las sectas? ¿Desde qué lugar Claudio María podría contenerlo?
En fin, demasiadas lagunas han dejado las explicaciones del ex “chico Odol”; la única certeza sobre su comportamiento es quizás la más grande paradoja: no sabe cumplir con su propia consigna de “hacerse cargo”.