Sra. Presidenta de la Nación, Cristina Kirchner. Espero sepa permitirme la impertinencia de escribirle estas líneas. Necesito hablarle respecto a la situación que atraviesa en estos días su compañero —de fórmula, por supuesto— Amado Boudou. Le ruego que, antes de maldecir al observar quien firma la presente misiva, se tome el trabajo de analizar punto por punto lo que le diré.
Entiendo, Sra. Presidenta, la molestia que debe sentir en estas horas por lo que le toca en suerte a su vice, sobre todo porque no deja de aparecer en las portadas de los medios a los cuales usted califica de “hegemónicos”.
También entiendo —no comparto, pero entiendo— su necedad respecto a aceptar lo que allí se dice sobre Boudou y su insistencia en sostenerlo en su cargo. ¿Cómo permitirse que los “enemigos del modelo” puedan digitar las acciones de la Presidenta de la Argentina? Hasta allí, comprendo cabalmente su línea de pensamiento.
Sin embargo, Sra. Presidenta, debo referirle que la situación del vice es más complicada de lo que usted cree y esto ha comenzado —hace tiempo ya— a traccionar negativamente en su imagen como mandataria de la Nación. Me gustaría, pero he decidido no recomendarle leer la última encuesta de Management & Fit a ese respecto. Sería desagradable para mí que usted se enojara conmigo y me mandara a Angola en el primer avión que sale para África.
Volviendo a Boudou, intentaré ponerla en autos con palabras sencillas para que usted no pierda interés en estas líneas que con tanta paciencia le estoy dedicando.
Su “concheto” vice —como a usted misma le gusta definirlo— es un hombre que hasta el año 2006 —incluso hasta 2007 y 2008— no ostentaba fortuna alguna.
No quisiera mencionarlo, Sra. Presidenta, pero cuando vino de Mar del Plata Boudou dejó varios “muertos” a su paso. Ojo, no es que haya asesinado a alguna persona, solo que dejó de pagar por sus servicios a varios asesores que supo consultar, especialmente escribanos, contadores y abogados que lo sacaron de no pocos líos personales.
Cuando finalmente recaló en la Ansés de la Ciudad de Buenos Aires, el hoy vice no tenía un peso partido al medio. No solo lo ha confesado su ex mujer, sino también sus propios amigos de toda la vida.
No obstante ello, pronto Boudou comenzó a amasar una interesante fortuna, que consta de automóviles importados —dos de ellos flojos de papeles—, motos de alta cilindrada, departamentos en Puerto Madero, onerosas inversiones en dólares —el oficial, no el paralelo, quédese tranquila— y participación en sociedades que nadie sabe bien a qué se dedican.
No es que uno sospeche de nada irregular, Sra. Presidenta, sino todo lo contrario. Por lo visto, Boudou tuvo la suerte de acopiar dinero en un momento en el que todos sus amigos pudieron hacer lo mismo. Evidentemente, se trata de una racha de buena suerte que comenzó en los años 2009/2010.
De lo contrario, no se explica cómo, con un ingreso declarado de unos 300 mil pesos al año, el vice pudo comprar tantos bienes materiales.
Me gustaría precisarle aún más los ingresos de Amado, pero resulta que hace dos años que no presenta su declaración jurada ante la Oficina Anticorrupción. Ya que estamos: usted que lo ve casi todos los días, ¿puede pedirle que lo haga?
Muero por saber, Sra. Presidenta, cómo hace para justificar el nivel de vida que lleva adelante en estas horas.
Más allá de la referida racha de buena suerte, necesito entender —y la sociedad también— si es solo una coincidencia que Boudou acumule 56 causas judiciales y sea el funcionario que más infracciones ha cometido en los últimos años. ¿Es solo una casualidad o parte de su ADN?
Yo le cuento todo esto y a lo mejor usted ya lo sabe; aunque lo dudo porque sino ya hubiera echado de su cargo al vice. Siempre recuerdo que su marido —que en paz descanse, dicho sea de paso— dijo en el año 2003 que este gobierno no toleraría ningún acto de corrupción. Yo siempre le creí a Néstor, aún cuando se sabe que ningún funcionario fue preso en estos nueve años. Solo hay que tener paciencia, yo al menos sigo esperando sentado.
Bueno, Sra. Presidenta, me despido de usted esperando que sepa hacer lo que tiene que hacer, pensando en la grandeza de la Patria y no en la amplitud de su despacho en Casa de Gobierno.
La saludo no sin antes contarle un oportuno chiste que intentará quitarle dureza a las palabras aquí proferidas: resulta que a Boudou le dicen “aloe vera”, ¿sabe por qué? Porque cada vez le encuentran más propiedades. ¿No es buenísimo? ¡No! ¿No le gustó? Bueno, en ese caso después le cuento otro sobre Mauricio Macri; seguro que le va a encantar.
Que tenga un día peronista. Atentamente.