Luis Federico Arias egresó de la Facultad de Derecho de La Plata en 1992. Realizó un posgrado sobre Derecho Administrativo y comenzó a ejercer la profesión en forma autónoma. Está casado y tiene dos hijos pequeños.
En 1998 concursó para ingresar al fuero Contencioso Administrativo, creado por la Constitución provincial de 1994, pero que comenzó a funcionar casi 10 años después. "Tuve una primera relación traumática con la Justicia. Era juez de la provincia y sentía que ese poder del Estado no me daba respuestas. Fueron tres años de una pelea muy intensa para conseguir la habilitación del fuero", aseguró el magistrado a diario Clarín en el año 2005.
Es que, para acceder a su puesto de juez en lo Contencioso Administrativo, transitó un camino poco ortodoxo. Tuvo que litigar contra el Estado porque tenía aprobada su designación pero no podía ejercer: la provincia de Buenos Aires no asignaba los fondos presupuestarios para poner en marcha ese fuero judicial.
Según reveló oportunamente Clarín, más de tres años le demandó esa pelea. El reclamo de Arias —y otros 11 magistrados en iguales condiciones— llegó hasta la Suprema Corte provincial. Y en diciembre de 2003 pudo abrir las puertas de su despacho en la zona de los Tribunales de La Plata. Desde entonces, se encuentra a cargo del Juzgado en lo Contencioso Administrativo Nº 1.
Desde allí, en los últimos años libró no pocos fallos contra desalojos y se mostró enamorado a la “ideología” kirchnerista. Amén de impedir puntuales medidas del entonces recaudador provincial, Santiago Montoya —golpe directo a Scioli—, resolvió multar en su momento al intendente de Quilmes, Francisco Gutiérrez, enemigo declarado del hoy senador Aníbal Fernández, por contaminación ambiental y falta de saneamiento de las márgenes donde se erige la Papelera Massuh.
Además, emitió resoluciones que prohibieron a la Policía detener menores de edad, como así también denunció "connivencia" entre los miembros de esa fuerza y los delincuentes, a la hora de cometer delitos
Esta última medida le valió una fuerte denuncia judicial por parte del ex ministro de Seguridad bonaerense, Carlos Stornelli, quien lo señaló "por el posible delito de omisión de denuncia en el que habría incurrido el magistrado" al no presentarse ante el fuero penal para detallar los casos concretos en los que la policía habría reclutado menores para delinquir.
Excéntrico como pocos, Arias tuvo el tupé en 2009 de anular dos resoluciones de la Suprema Corte de Justicia bonaerense y declaró inconstitucional el procedimiento utilizado por el máximo tribunal de la provincia al sancionar a un juez civil.
El magistrado admitió un planteo presentado por el titular del Juzgado Civil N° 6, Elvio Bautista Sagarra, que había sido apercibido disciplinariamente por la Corte "por no acreditar sus dichos de descargo" y, además, rechazó un posterior recurso de reconsideración contra la sanción.
Sagarra fue denunciado en 2000 ante la Corte provincial por un particular, Julio Canosa, por no haber notificado debidamente a una de las partes de un litigio, lo que dio paso a la conformación del expediente —N° 3001-1266/2000— que concluyó con la sanción de apercibimiento.
Si ello parece sorprendente, más lo es el otro costado de Arias: el musical. Pocos saben que el magistrado integra desde hace tiempo un conjunto folklórico y desde allí supo componer hace poco una canción referida al desalojo sufrido por un chico, con visos de cumbia villera.
El dato lo publicó oportunamente el sitio La Noticia1, donde se trascribió parte de la insólita letra de su tema “Será Justicia”: “entre rieles y neblina, cuando cumplía los seis, nos echó la policía. Y allí quedaron mis juegos, mi niñez y mi alegría. Fui creciendo en la calle, sin techo y sin comida. Me fui camino a la ausencia, hacia el paco y la agonía”.
En la entrevista antes mencionada, hecha por Clarín, Arias aseguró que muchas veces hay que “plantarse desde otro lugar y solucionar los problemas, aunque a veces esta actitud determine el enfrentamiento con los poderes del Estado”.
Solo puede agregarse una frase: “Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”.