Este martes se cumplen 6 años de la evaporación de Jorge Julio López, una de las mayores tragedias de la democracia argentina. Tal es así, que hay quienes aseguran que se trata del desaparecido número 30.001.
Mucha agua ha corrido bajo el sinuoso puente de esta trama, pero poco y nada se ha avanzado para dar con el paradero de López. Peor aún: el kirchnerismo jamás se ha pronunciado públicamente acerca de este asunto. "Aún espero una respuesta de la Justicia y el gobierno nacional", aseguró su hijo Rubén en los últimos días.
¿Por qué ese mutismo por parte del oficialismo, tan persistente como incómodo? La respuesta podría tener varias vertienes, la primera de ellas relacionada con el último testimonio brindado por López antes de desaparecer, lleno de contradicciones y cuestiones improbables. Ahí es donde aparece la mano del kirchnerismo, junto a Nilda Eloy, una mujer tan millonaria como misteriosa.
Los que conocen lo ocurrido con López, saben que ella es parte de la trama que lo llevó al pueblo de Atalaya, quizás para escapar de preguntas incómodas acerca de sus días de cautiverio junto a un tal "Higuita", desconocido en esos días a nivel futbolístico.
Otro rastro que lleva a la pista del albañil es el de Rubén Durso, un dirigente del PJ en cuyo colchón ladraron los perros que buscaban a López. ¿Por qué se abandonó esa pista repentinamente? Las dudas aún se las hace incluso el secretario del juzgado que investigaba ese expediente, Gustavo Duró. "Todo es raro, hay cosas que no cierran", admitió el investigador a quien escribe estas líneas en el año 2007.
La mismísima Hebe de Bonafini puso incómodo al Gobierno en 2006 al asegurar que "no creemos que (López) sea un típico desaparecido como los que hubo antes". Lo hizo justo antes de recordar que el albañil vivía en "un barrio de policías" y a la par de haber confesado que no creía que se tratara de "un testigo clave como algunos dicen". Frente a tantas incongruencias, ¿por qué se insiste en una sola línea de investigación, la cual demostró hasta ahora no conducir a ningún lado? ¿Por qué el silencio K?
Oportunamente, desde TDP se publicaron los documentos que podrían ayudar a develar el misterio de la desaparición de López. Hubo en esos días el interés legítimo de una diputada llamada Nora Guinzburg que pidió que se investigara lo denunciado por este periodista.
Toda la oposición estuvo de acuerdo en que esto se hiciera, pero el Frente para la Victoria tenía una amplia mayoría en 2007 y ello bastó para cajonear el pedido de informes de la legisladora.
Podría seguirse ad infinitum describiendo las desprolijidades del expediente López, pero es inconducente a esta altura frente al desinterés oficial y judicial. Muchos se golpearan el pecho este martes por la no aparición del albañil, pero será solo un gesto formal sin ningún sentido concreto.
Una postal de esa hipocresía: dos de los personajes centrales de este nuevo recordatorio serán las abogadas de López, Guadalupe Godoy y Miryam Bregman, las mismas que rechazaron evidencia desinteresada que les quiso entregar quien escribe estas líneas.
Lo mismo ocurre con Rubén, el hijo del albañil, quien jamás quiso recibir la misma prueba. ¿Para qué entonces se rasgan todos las vestiduras?
La historia completa de la desaparición de López la conocen varios, sobre todo en el corazón del poder del kirchnerismo. También es una trama que no ignoran algunos organismos de derechos humanos que saben sostenerse a través de subsidios oficiales.
Todos callan, quizás por vergüenza, quizás por complicidad, pero nadie jamás se ha atrevido a desmentir la investigación hecha por este portal en el año 2008 titulada "Julio López, toda la verdad".
Allí se exponen las cosas blanco sobre negro, con una crudeza que impresiona pero que es necesaria para descorrer el velo de la mentira de una buena vez.
Christian Sanz
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