Luego de meditarlo una y otra vez, de consultarlo con la almohada y de indagarme a mí mismo, me decidí: quiero ser cyber militante K. Sí, así como lo leen quienes me leen.
No me convenció el ataque que cada día recibo por parte de varias veintenas de blogueros kirchneristas a través de las redes sociales; tampoco el haber aparecido 25 veces seguidas en medios oficialistas como Tiempo Argentino, Página/12, revista Veintitrés, y otros. Menos aún el hecho de ser el periodista más querellado del país, con un récord que supera los 30 litigios judiciales.
Nada de eso me hizo convencerme, ni un poquito. Lo que me impulsa en realidad es el vil dinero, debo admitirlo. Es que, por más que insista el Gobierno en que me paga Clarín, las fuerzas armadas, el campo u otros grupos "poderosos", sigo siendo pobre.
Busqué y busqué y no encontré el lugar donde me depositan mi cuota todos esos conglomerados que odian al "modelo". ¿Podré ser tan imbécil?
Por eso, como no tengo siquiera la capacidad de saber en qué lugar debo recibir mi mensualidad "bajo mesa", decidí hacer algo que no requiere de mayor brillantez mental: ser cyber militante K.
El trabajo es bien sencillo: hay que escribir dos o tres estupideces por día, elogiando la gestión de Cristina Kirchner, atacar a algún crítico del "modelo" y, si queda tiempo, ir a 678 o Duro de Domar a hacer de panelista ocasional. A cambio de todo ello, uno puede llegar a embolsar unos $20 mil o más, como Dante Palma, Dante López Foresi u otros no tan conocidos. ¿No es una pegada?
Solo debo trabajar, como mucho, dos horas por día, con los obvios intervalos de descanso y los beneficios extra de estar alineado al oficialismo de turno. Ello a su vez me garantiza ser invitado de lujo a los eventos más top de la política y poder sacarme fotos con tipos de la talla de Aníbal Fernández, Agustín Rossi, Florencio Randazzo, Luis D'Elía, y tal vez hasta Cristina Kirchner.
Esto último no tiene precio. ¿Cuánto valdrán esas imágentes cuando todos estén tras las rejas y ya nadie pueda retratarse con ellos?
Por otro lado, se terminarían los ataques injuriosos hacia mi persona y, por el contrario, sería mencionado casi como un prócer por agencia Télam y el satélite de medios que gravitan en derredor de esta. Me imagino la portada de Tiempo Argentino: "El gran periodista Christian Sanz reconoció que volvieron los fondos de Santa Cruz, gracias a Cristina". O Página/12: "El siempre querido colega Sanz felicitó a la Presidenta porque finalmente apareció su título de abogada". ¿No es emotivo acaso de solo imaginarlo?
Insisto: quiero ser cyber militante K. No hace falta que les diga a los funcionarios del Gobierno cuáles son mis teléfonos o dónde ubicarme para hacerme la propuesta. Los servicios de Inteligencia vernáculos ya saben todo sobre mi persona; y lo que no, lo inventan.
Espero el llamado muchachos. Eso sí, que sea antes del 8N...