Cristina Kirchner insiste en memorizar cifras y estadísticas que luego confunde e invierte por cadena nacional. Esta vez lo hizo en relación a la generación de empleo en la Argentina y los incrementos a los jubilados que el Gobierno otorgó en los últimos años.
Lo insólito es que la Presidenta hizo referencia a estos tópicos al presentar nueva etapa del plan de créditos ProCreAr para construir 11 mil casas. ¿Era el lugar adecuado para florearse sobre cifras que solo cree el Indec?
Hay algunos datos que alguien debería recordarle a la mandataria a la hora de hablar de la “clase pasiva”. Primero que nada, el hecho de que, al no pagar el 82% móvil que exige la Corte Suprema de Justicia de la Nación, el gobierno incumple con una norma legal inevitable. "El sistema previsional toleraría pagar, quizás, el 60% móvil a todos los jubilados”, admitió hace unos meses el mismísimo Diego Bossio. Lo que jamás explicó es por qué entonces la Anses sigue financiando programas como el de Futbol para Todos y otros similares.
Otra cuestión que omite Cristina es la cantidad de juicios que han iniciado los pasivos al Estado por reajuste de haberes —muchos de ellos con sentencias firmes que no se cumplen—, los cuales ascienden a la escalofriante cifra de casi 500 mil. Un dato sintomático: solo entre febrero y julio de este año se iniciaron en la justicia previsional 49.747 nuevos litigios. ¿No hubiera sido productivo que Cristina explicara cómo se llegó a esta situación o por qué insiste en omitir hablar de cómo la inflación erosiona el ya magro ingreso de los pasivos?
Lejos de hacerlo, esta tarde la mandataria trató de "buitres y caranchos" a los jubilados que reclaman una jubilación digna. ¿Olvida que su propia madre le hizo juicio a la Anses en 2008 por un "reajuste" y lo ganó? ¿Se puede ser tan sinvergüenza, especialmente cobrando la Presidenta una Pensión No Contributiva que supera los 400 mil pesos por año? A ello se suma su salario como titular del Ejecutivo de la Nación —otros $100 mil pesos— y los ingresos que obtiene por parte de los supuestos alquileres de sus hoteles, un negocio tan sospechoso como poco rentable.
Habría que preguntarle al siempre “locatario” de Cristina, el millonario Juan Carlos Relats, quien paga más de alquiler que lo que gana por explotar los hoteles de la mandataria. ¿Lavado de dinero? Presumiblemente.
Volviendo a las palabras de la Presidenta, insistió esta en hablar del crecimiento del empleo. Cometió una interesante picardía allí: en lugar de hablar de la curva de incremento laboral, mencionó la cantidad de puestos de trabajo que se generaron en los últimos años. De esta manera, evitó hablar de la cantidad de empleos que se perdieron en el mismo período. Como reveló Tribuna de Periodistas hace unos días, 95 mil personas se quedaron sin trabajo entre julio y septiembre de este año.
Más allá de las incongruencias oficiales, típicas de los discursos de Cristina, sorprendió la presencia de algunos invitados cuya reputación es de dudosa calidad. El dirigente de la UOCRA Gerardo Martínez, vinculado al batallón 601 durante la última dictadura militar; Eduardo Elsztain, uno de los empresarios más corruptos del universo K; y hasta el intendente de Bariloche Omar Goye, cuestionado por perseguir a la prensa en esa localidad. Todos ellos coronados por la presencia —en lugar privilegiado— del mega sospechado Amado Boudou. ¿Cómo se puede hablar de progresismo luego de una foto como la mencionada?
No hay mucho más para comentar sobre las palabras de Cristina. Es una buena oradora, desde ya, pero su discurso choca con la realidad de sus propios actos oficiales. Mientras todos aplauden y sonríen ante su diatriba, los fondos de Santa Cruz siguen sin volver al país y la Barrick Gold persiste en saquear los recursos naturales. Esto es solo una postal de la corrupción estructural del kirchnerismo, de lo cual hay docenas y docenas de ejemplos.
A nadie le interesa lamentablemente: mientras el país es saqueado con una voracidad pocas veces vista, todos siguen festejando la entrega de 11 mil viviendas del plan ProCreAr.