El lunes parecía como cualquier otro lunes, aburrido, quieto, rutinario. Mucho cansancio, a pesar del descanso. Lo de siempre, en fin. ¿Existe un lunes que no sea así acaso?
La modorra la cortó una misiva enviada por un tal Estudio Mediar, donde me reclamaban una supuesta deuda por una tarjeta de crédito impaga del Banco Comafi, a su vez haciendo referencia al Santander. Cosa rara si las hay.
¿Cómo es posible esto si jamás tuve cuenta en el Comafi y menos aún tarjeta de crédito? En el Santander apenas tengo una cuenta que conservo para cosas personales, pero nada de plásticos crediticios.
Lo que me sorprendió ingratamente fue enterarme que debía más 30 mil pesos por esa tarjeta que jamás vi en mi vida. “¿30 mil mangos? ¡No puede ser!”, dije para mis adentros, mientras el calor mendocino calcinaba mis ideas.
Me dispuse entonces a llamar al teléfono que aparecía en la ingrata carta —11-5294-0637—, la curiosidad no me permitía dar un solo paso más. La conversación fue breve:
- Estudio Mediar, buenos días.
-Hola, te llamo porque me llegó una carta con una supuesta deuda y quiero aclarar este tema.
-¿Me puede dar su DNI?
-Cómo no… XXXXXXX
-Sí, Christian Eduardo Sanz, usted tiene una deuda y lo estamos intimando a pagar.
-Es imposible, jamás tuve tarjeta de crédito, ni del Banco Santander, ni del Comafi. Le exijo que me de los detalles de esa deuda.
-No los tengo, tendría que llamar al Comafi.
La cosa se tornó más espesa en ese preciso instante: ¿Cómo es que una persona llama para cobrar una deuda que no sabe cómo está conformada? ¿Para qué me dan el teléfono de contacto de alguien que nada conoce sobre mis finanzas personales?
Como sea, decidí llamar al Comafi, a un teléfono aportado por la misma señorita que me había dejado en ascuas —0800-999-0102—, sin suerte. Nadie jamás atendió y el aparato tampoco respondió mi requerimiento.
A los pocos minutos, recibí un nuevo llamado, esta vez desde un impreciso teléfono de la provincia de Buenos Aires: (2317) 40-6642. La conversación fue reveladora y dejó al descubierto un nuevo cuento del tío. Al menos nuevo para mí.
-Sr. Sanz, ¿usted llamó recién al estudio Mediar por una deuda?
-Sí, pero es una deuda que no existe. Yo jamás tuve tarjeta de crédito del Comafi o del Santander.
-Ah, qué raro. Porque a nosotros nos aparece acá en el sistema.
-¿Me puede dar detalles de la misma? ¿Algún papel firmado por mí?
-No, bueno. A lo mejor fue una de esas tarjetas que mandan los bancos y que uno a veces usa y a veces no. Usted a lo mejor nunca la usó, pero le generó cargos.
-¿Cómo me va a generar cargos algo que no usé?
-A veces es por la renovación. Pero no se haga problema, por $400 podemos cerrar todo y así evita entrar al Veraz.
-Insisto, ¿cómo voy a pagar por algo que no usufructué?
-Piense que en lugar de $30 mil está pagando solo $400. Y se evita entrar al Veraz, están a punto de meterlo allí.
-Usted haga lo que tenga que hacer, yo voy a hacer lo propio que es hablar con mis abogados.
La comunicación terminó en ese preciso momento, sin que la mujer que llamó diera jamás su nombre ni especificaciones sobre la deuda que supuestamente yo tenía con uno u otro banco (aún desconozco el vínculo entre ambas entidades).
El teléfono del cual me llamó no existe en la guía telefónica, ni tampoco tiene la supuesta entidad una página en Internet. Es decir, cero seriedad.
Más allá de mi enojo personal, está claro que la estafa está a la orden del día. Yo no pagué, pero debe haber muchos que sí lo hacen a diario, que caen como chorlitos y, para no aparecer como deudores a futuro, abonan el “impuesto al boludo”.
Solo basta con “googlear” para descubrir que los mensajes sobran en la red, todos advirtiendo acerca de lo mismo. “A mí me llamaron hoy (14/08/2012) diciéndome que me comunique con el número 011-5294 0637 por una deuda que mantengo con Credifé. Por supuesto que esa deuda no existe”, cuenta, por caso, un tal Fernando en un foro de estafados.
Como puede verse, el teléfono es el de Estudio Mediar, el mismo que me contactó en un principio. Lo busqué en la web y me sorprendió la proclama que hace en su página: “El objetivo de Mediar es el seguimiento constante y ordenado de cada cartera, logrando así una mayor efectividad en el recupero de la mora en el menor tiempo posible (…) utilizando como principal propulsor la ética con la que se maneja cada integrante de la misma respetando los principios y valores de toda transacción comercial”.
Luego de lo aquí descripto, el mensaje parece una cargada. ¿Ética? ¿Dónde? ¿Cuándo?
Decidí escribir estas líneas, no solo por el enojo que me provocó que alguien intentara estafarme, sino también para alertar a “perejiles” que pudieran caer en la trampa.
La responsabilidad les cabe a los aquí mencionados, pero también a los bancos Santander y Comafi por no hacer nada al respecto, siendo que esta metodología se viene dando a lo largo de los últimos años sin que ellos hagan nada, siquiera alertar. Ello aún cuando siempre aparecen mencionados en las estafas que realiza Mediar.
Están todos avisados. Ya lo dijo alguna vez George Orwell: “En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario”.