"Iba leyendo sentado en el medio del colectivo. De repente escuché un grito adelante que decía 'guarda' o 'cuidado', no me acuerdo bien (…)"vi que ya estaba ardiendo todo. Fue muy rápido. Había más personas desmayadas". El testimonio pertenece a Nicolás Ríos, uno de los sobrevivientes de la peor tragedia vial que le tocó vivir a Mendoza en toda su existencia.
Del hecho, que el intendente de San Martín calificó como “un atentado”, resultaron 17 personas fallecidas y 14 heridos, de los cuales dos ostentan un cuadro de ostensible gravedad.
Se sabe qué pasó, pero aún se desconoce por qué. Cualquier explicación resulta con sabor a poco frente a lo ocurrido. ¿Cómo explicar la locura de una persona que se mete a circular en contramano en una ruta tan transitada? ¿Qué llevaría a alguien a hacer algo así?
Ni el jefe de la Policía de Mendoza, Juan Carlos Caleri, puede entender lo sucedido. "Es increíble que el camionero no se haya dado cuenta de que iba en contramano", dijo a este periodista.
El propio gobernador de la provincia, Francisco Pérez, se mostró confundido y solo se arriesgó a avanzar en una de las hipótesis que hoy manejan los investigadores: "En principio creemos (el camionero) que se habría perdido, pasó de largo la aduana de Palmira, y se cambió de mano".
Sin embargo, la explicación no alcanza: bien pudo haberse confundido el chofer, pero ¿por qué entonces no frenó cuando vio que otros conductores lo cruzaban en contramano? Más aún: ¿Por qué evitó ingresar al control aduanero de Nueva Palmira?
Un dato no menor: hubo otros dos camiones de la misma empresa que sí recalaron en la Aduana.
La clave podrían tenerla sendos testigos que aportaron pistas que ya definen un perfil del conductor del camión que causó la tragedia: habla portugués y estaba ebrio.
El primero de ellos es el de Sergio González, quien iba a las 14.50 por Mitre y Bandera de los Andes de Guaymallén cuando advirtió que un camión con las características del que luego causó la tragedia en la autopista que conecta Mendoza con Buenos Aires lo pasó por esa vía. El automovilista le tocó bocina y él camionero decidió dar marcha atrás y agredirlo. Luego de este incidente hizo la denuncia, al parecer, en la oficina fiscal 8 de la Comisaría 25.
El otro testimonio el coincidente con el tiempo y lugar: lo reveló Gonzalo Santo Tomé y ocurrió alrededor de las 15.15 en el hospital Italiano, ubicado a pocas cuadras de Mitre y Bandera de los Andes.
"Estaba en la puerta del hospital Italiano. Al salir de allí vi a un camión atravesado en la playa de estacionamiento. Entonces le pido al que estaba cuidando esa playa que corriera el camión y me dice que no podía hacer nada porque el conductor estaba alcoholizado. Y yo lo vi alcoholizado. También lo vi subir al camión. Lo empezamos a seguir e hicimos la denuncia al 911", dijo el casual testigo.
A partir de ambos testimonios, claramente coincidentes, los investigadores deberán determinar si el conductor del vehículo iba alcoholizado o drogado, lo cual será dificultoso por el estado en el que quedó su cuerpo luego del choque.
En estas horas, aún trabajan los sabuesos en el lugar del hecho, intentando recabar la mayor cantidad de indicios posibles. Como se dijo, es complicado, ya que los elementos de prueba —especialmente el micro— quedaron calcinados.
En tal sentido, el trabajo será arduo: habrá que trabajar sobre un terreno dificultoso y tratar de hablar, no solo con todos y cada uno de los sobrevivientes, sino también con aquellos que pudieran haber visto algo antes de que ocurriera el accidente.
Por lo pronto, los investigadores se encuentran en la búsqueda de posibles antecedentes similares por parte del chofer del camión. ¿Era alcohólico? ¿Tomaba drogas prohibidas? ¿Estaba bajo algún tratamiento psiquiátrico? La respuesta a esas preguntas será crucial para entender qué pasó ayer a las 17.15 en la Ruta 7.
Otro de los puntos que sorprendió a propios y ajenos fue la velocidad con la que se incendió el micro, inusual incluso para los sabuesos. "El ómnibus y el camión perdieron toda su carga de ajo y el incendio se produjo en forma instantánea. Las llamas y los humos no dejaron salir a los pasajeros del colectivo", admitió Caleri a este cronista.
Como se ve, las dudas no son pocas y el tiempo avanza a más velocidad que los hallazgos. En ese marco, la rapidez con la que trabajen los investigadores será clave.
Como dijo alguna vez el criminalista Edmond Locard, “el tiempo que pasa es la verdad que huye”.
Christian Sanz
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