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El juez que extraditó a Vandenbroele sospecha de Boudou y Kirchner

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CICCONE, NÉSTOR Y UNA TRAMA DE PELÍCULA
CICCONE, NÉSTOR Y UNA TRAMA DE PELÍCULA

“No conozco a Alejandro Vandenbroele”, aseguró Amado Boudou sin ponerse colorado en junio de 2014 en plena entrevista realizada por canal TN.

 

No era la primera vez que el vicepresidente negaba su cercanía con aquel que aparecía como el mandamás de un entramado que le quedaba grande: el de la búsqueda por hacerse con la empresa Compañía Sudamericana de Valores, otrora Ciccone Calcográfica.

Ciertamente, a nadie jamás le cerró la idea de que un hombre como Vandenbroele, cabizbajo y sin poder, pudiera ser el ideólogo de un negocio tan complejo y abarcativo.

A pesar de las desmentidas de Boudou, comenzaron a aparecer en la causa judicial elementos que demostraron un vínculo real entre él y su “testaferro”.

El más concluyente tiene que ver con que Vandenbroele supo vivir en un apartamento en Puerto Madero —facturas mediante— que era propiedad del vicepresidente. A su vez, Laura Muñoz, exesposa del empresario insistió siempre en que este era el encargado de los negocios del vicepresidente.

Por eso, cuando puntuales efectivos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria detuvieron anoche a Vandenbroele en Chacras de Coria, todas las miradas se posaron en la humanidad de Boudou.

¿Hay quien crea a esta altura que los desaguisados del exmarido de Muñoz puedan estar desvinculados de la figura del vicepresidente?

No es el caso del fiscal Juan Gómez, ni del juez Néstor Valetti, ambos responsables de la investigación por lavado de dinero que se lleva adelante en Uruguay y que logró lo que la justicia argentina siquiera intentó.

Uno y otro —Gómez y Valetti— sospechan con vehemencia que Boudou es el verdadero hacedor detrás de los movimientos de Vandenbroele, no solo en lo referido al posible blanqueo de capitales, sino también en la concreción de maniobras ilegales de transferencia de fondos a través de una firma radicada en ese país.

A pesar de que cobró trascendencia en los últimos tiempos, la investigación judicial uruguaya que complica al exmarido de Muñoz comenzó hace casi tres años, en marzo de 2012, y fue comandada por la Unidad de Información y Análisis que depende del Banco Central de Uruguay.

La indagación se inició casi de manera fortuita: fue a causa de una transferencia sospechosa de 620 mil dólares en favor de The Old Fund, a través de la firma Dusbel SA.

Con anterioridad, la misma empresa había hecho transferencias pero estas no habían superado los 10 mil dólares. Ello llamó la atención de las autoridades uruguayas.

A partir de ese momento, el expediente de marras cobró impulso y voluminosidad, hasta que llegó el turno de citar a declarar a Vandenbroele, quien decidió pegar sendos faltazos al juzgado especializado en Crimen Organizado de Montevideo.

El exmarido de Muñoz había sido convocado a declarar el 4 de febrero de 2014, pero faltó argumentando que no podía salir de Argentina por una restricción judicial en el contexto de la causa Ciccone.

Acto seguido, Vandenbroele dejó trascender que finalmente se iba a presentar para “colaborar y aportar” al expediente ad hoc. En ese contexto, se dispuso una nueva audiencia para el 28 de agosto, pero volvió a faltar a su palabra.

Finalmente, llegó la resolución de Valetti de librar un pedido de captura internacional a través de Interpol. Ahora, la Justicia argentina deberá evaluar si hace lugar —o no— al pedido de extradición o espera que avance a nivel local la causa Ciccone, en la que Vandenbroele también está complicado.

"Debimos apelar a esta instancia por su negativa de presentarse a declarar en los juzgados de Montevideo a los que se lo citó", aseguró ayer el juez oriental.

 

Lo que sigue

A la hora de arriesgar qué ocurrirá con el pedido de extradición de Vandenbroele, el magistrado Valetti se mostró demasiado cauteloso. Oportunamente, el juez admitió que el nivel de cooperación entre la Justicia uruguaya y argentina no es la mejor.

“En términos generales, es la adecuada”, dijo con forzada corrección en el marco del tratado de cooperación entre los países del Mercosur. Adecuada no es sinónimo de buena, valga la aclaración.

El dato no es menor: Valetti aseguró ayer que sin el testimonio de Vandenbroele “estamos estancados". En buen romance, el magistrado busca avanzar por encima de la figura del exmarido de Muñoz y llegar hasta los que considera los verdaderos responsables.

“El juez ya tiene elementos para poner en aprietos a Vandenbroele, lo que quiere es llegar hasta el vicepresidente, acá todos sabemos que Vandenbroele es sinónimo de Boudou”, dijo a este cronista un colega del principal diario de Uruguay.

En ese marco, a mediados del año pasado Valetti señaló que “por el momento” no había elementos para citar a declarar al vicepresidente. Solo "por el momento".

Diferente sería la situación si lograra que Vandenbroele aportara algún dato, por mínimo que fuera. Es el pretexto que busca el juez para avanzar ese expediente.

Por otro lado, sabe Valetti que los tiempos judiciales cambiaron en Argentina y ello hace que se sienta con más seguridad para enfocarse en el contorno de Boudou.

No desconoce el juez que la Cámara Federal confirmó esta semana el procesamiento que impulsó su colega local Ariel Lijo, tanto contra Vandenbroele como contra el vicepresidente.

Uno y otro se encuentran procesados e irán a juicio oral por los delitos de cohecho y negociaciones incompatibles en el marco del caso Ciccone.

Como se dijo, Valetti irá contra Boudou, pero no es todo: las sospechas del juez llegan hasta lo más alto del poder kirchnerista.

El magistrado tiene acreditado que en la referida transferencia de 620 mil dólares en favor de The Old Fund —siempre a través de la firma Dusbel— participó una misteriosa firma uruguaya llamada PT Bex.

Se trata de una sociedad de bolsa que se hizo tristemente célebre por intervenir en polémicas compras bursátiles de la ANSES cuando su titular era el mismísimo Boudou.

Sin embargo, más relevante aún para el juez es el hecho de que Ernesto Clarens, dueño de Invernes y financista de confianza de Néstor Kirchner, supo girar importantísimas sumas de dinero a través de PT Bex.

Uno de esos movimientos ocurrió el 16 de noviembre de 2010, momento en el que, a través del Credit Suisse AG, Clarens movió 400 mil dólares. Fue poco después de la muerte de Kirchner.

Valetti sigue de cerca esos movimientos, con una certeza a cuestas que lo inquieta: sabe que Invernes —junto a Finansur, de Lázaro Báez, y controlada por Cristóbal López— es la financiera que impulsó el crecimiento de Austral Construcciones, perteneciente a Lázaro Báez, otro supuesto testaferro del poder.

El detalle es que, en este caso, se trata de un “prestanombres” que llega hasta los más altos niveles del poder político vernáculo.

 

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