Primera aclaración, obvia: fui el único periodista que le ganó, no uno, sino dos juicios penales a Aníbal Fernández, uno que me hizo por vincularlo con el narcotráfico y el otro por responsabilizarlo del triple crimen de General Rodríguez en 2008.
Segunda aclaración: fui el único que logró entrevistar a Sebastián Forza antes de que lo asesinaran. Fue en mayo de 2008. De ese encuentro pueden dar fe, no solo la grabación de la entrevista, oportunamente entregada el fiscal Carlos Stornelli, sino también los testigos del encuentro: su supuesto testaferro Pablo Florentín y su “guardaespaldas” Julio César Pose.
Todo lo antedicho me ha enfrentado, de manera feroz, con el ex jefe de Gabinete, Aníbal, quien me hostigó de toda manera posible y me obligó a venir a vivir a Mendoza… por mi seguridad personal.
Los años fueron pasando y la justicia comprobó todas y cada una de las afirmaciones que hice, no solamente respecto del expediente de los remedios truchos, sino también sobre la ruta de la efedrina y el triple crimen. En todos aparece complicado Aníbal, por infinidad de elementos.
Lo único que permitió que el ex jefe de Gabinete no terminara complicado fue que el kirchnerismo le dio un paraguas protector muy fuerte.
Sin embargo, ese escudo se terminó el preciso día que Cristina Kirchner dejó el poder. En el mismo acto, dos jueces Federales, María Romilda Servini de Cubría y Ariel Lijo, decidieron reimpulsar sendos expedientes judiciales que lo complican: la ruta de la efedrina y el triple crimen.
Ni lerdo ni perezoso, Aníbal inició una estrategia desesperada, que dio inicio con la triple fuga del 27 de diciembre pasado (incluyó un “acting” en televisión) y sigue ahora a través de las redes sociales. Lo primero le salió mal; lo segundo… también.
Para lograr su estrategia mediática, Aníbal “adornó” a un grupo de profesionales para que asegurasen que él no era la “Morsa” de la cual hablan todos los testigos en el expediente del triple crimen.
Parte de ese teatro, pudo verse a principios de enero en el canal de Cristóbal López C5N, donde un grupo de abogados de baja estofa aseguró que el agente de la ex SIDE Julio Pose era en realidad la persona que aparece con ese mote en la Justicia.
Una digresión: lamentablemente para Aníbal, el fiscal Germán Pollicita tiene nueve pistas que conducen hacia él y sus vínculos, no solo con la ruta de la efedrina, sino también con los asesinatos de Forza, Ferrón y Bina.
Dicho esto, prosigo: el ex jefe de Gabinete contrató a un grupo de tuiteros de dudosa reputación para que hicieran lo propio. Es decir, para que impulsaran la loca teoría de que él no es la “morsa”, sino alguien más. Al mismo tiempo, los instruyó para que desprestigiaran de alguna manera a quienes habíamos logrado poner a Aníbal bajo la incómoda luz de los cuestionamientos.
De pronto, empezó la locura: cuatro tuiteros crearon varias veintenas de cuentas “truchas” y empezaron un diálogo de sordos entre ellos mismos. Al mismo tiempo, empezaron a atacar a colegas de la talla de Jorge Lanata, Nicolás Wiñazki, de Clarín, y otros.
Los inventos fueron de lo más insólitos: a mí, en lo personal, me acusaron de ser “maricón”, de “gordo” y de tener un hijo adicto. No es chiste, los tuits pueden verse aún en la web.
Luego, ante mi desinterés por esos ataques, me acusaron de secuestro de menores —tampoco es broma— y de haber sido pagado por Gabriel Brito —implicado en su momento en la mafia de los remedios y luego sobreseído—, para salpicar a Aníbal (Aún me pregunto en qué lo beneficiaría a Brito esta situación).
Para darle algún tipo de credibilidad a esa infamia, crearon una conversación privada en Photoshop que, de tan obvia, es ridícula.
Lo que no previeron los imbéciles que iniciaron la movida —más adelante aporto sus nombres— es que mis notas contra Aníbal empezaron en 2004 —algo de fácil comprobación— y a Brito lo conocí recién cinco años más tarde, en 2009, algo también fácil de verificar. De hecho, uno de los implicados en esta trama, Faracovi, tiene más conversaciones con Brito que yo. Allí le confiesa su cercanía con la “narco morsa” y hasta le dice: “Fui yo quien le proporcionó a Aníbal todos los vídeos del juicio del triple crimen”.
Volviendo al tema: aún si fuera real la conversación que publicaron en Twitter, se trataría de una cuestión privada, y la intrusión y divulgación de la misma es un delito tipificado en el Código Penal. Algo que bien conoce uno de los protagonistas de esta historia, justamente por haber estado preso a causa de hackear correos electrónicos y comercializar su contenido.
En tren de difamar, han dicho cualquier cosa: que no tengo título de periodista, que nunca le gané ninguna querella a Aníbal Fernández, que me abandonó mi abogado. Casi una discusión de jardín de infantes, que denota la ignorancia de los muchachos en cuestión. Aún así aclararé a mis seguidores, que no son pocos:
1-De acuerdo al estatuto del periodista, Ley 12.908, no hace falta título alguno para ejercer como tal. De hecho, no es una profesión sino un oficio (artículo segundo de la ley, por las dudas). No obstante, trabajo hace más de 20 años como periodista, he sido docente en tres materias de la carrera y escribí siete libros de investigación, tres de los cuales fueron “best seller”.
Por si fuera poco, tengo carnet profesional para ejercer como hombre de prensa, otorgado por el Ministerio de Trabajo de la Nación (¿Lo tendrá alguno de los que me atacan?):
2-Mi abogado es Alejandro Sánchez Kalbermatten, y sigue siéndolo en varios expedientes (hablé hace minutos con él). Hasta que no renuncie a ellos, seguirá siéndolo.
Por caso, uno de los implicados en esta nueva trama —IVG— lo contactó en privado para intentar que me abandonara, pero solo encontró rechazo. Un papelón.
Dicho sea de paso, ¿cuál sería el delito de que mi abogado me dejara?
3-Los documentos que prueban que le gané los dos juicios a Aníbal son los siguientes y pueden corroborarse tranquilamente en sede judicial:
Inentendible…
Es curioso, porque ninguna de las acusaciones que me hacen son delitos, ni civiles ni penales, son puras injurias.
Pedí públicamente a los que me hostigan que muestren un solo expediente judicial que me complique. Nadie pudo hacerlo. No solo no tengo problemas con la Justicia —salvo las querellas que me hacen los funcionarios y que siempre termino ganando—, sino que tampoco tengo multas ni nada que se le parezca.
Vivo de mi trabajo como periodista, alquilo con dificultad un departamento y tengo un Fiat 600 modelo 77. A su vez, me jacto de mi independencia y de no haber trabajado jamás para el Estado. ¿Pueden decir lo mismo aquellos que me acusan? Para nada. A saber:
-El primero de los acusadores se llama Ezequiel Faracovi, especialista en estafas a través de agencias de viaje. La primera, a mediados de 2013 cuando complicó a un grupo de quinceañeras que querían viajar a Disney.
La segunda —y tercera, podría decirse— fue el año pasado cuando dejó un tendal de damnificados de Pehuajó y Bolivar a través de una nueva agencia (trucha). Aún los padres recuerdan a Faracovi en estado catatónico repitiendo incesantemente “las nenas van a viajar; las nenas van a viajar”.
Es curioso, porque Faracovi, que me acusa de negociar con Brito sobre la base de un chat falso, le ofreció a este último una serie de “favores” a efectos de aliviar la condición de la “narco morsa”.
En un largo chat, que Brito jamás desmentirá y que puede corroborarse fácilmente, Faracovi confiesa: “Yo lo quiero mucho a Aníbal y lo defiendo”. También admite: “Con 26 años no llegue a donde llegue por boludo (sic)”.
Todo un megalómano… y un mitómano. Llegó a decir que María Eugenia Vidal aumentó la recompensa por los fugados del triple crimen por un pedido de él. Así, como suena.
-El segundo, es Cristian Javier Minzer, quien sí tiene denuncias penales por maltrato a su ex mujer. En estas horas, a pesar de las denuncias que acumula, trabaja en la Dirección del Niño en la Ciudad de Buenos Aires.
Oportunamente, le hice cerrar su cuenta de Twitter, luego de que me atacara con epítetos que fácilmente le valdrían una sanción al en el INADI. Tuvo que sacar una nueva, como cuenta su propia hermana en este tuit:
Tiempo después sacó una nueva cuenta, ya sin su nombre. Nada mejor que el anonimato, claro. Desde allí opera, atacando a los periodistas honestos y defendiendo a Aníbal Fernández, quien lo tiene a sueldo.
Para quien no lo sabe, Minzer fue denunciado hasta por su madre por maltrato y su propia hermana le hizo una perimetral por la misma cuestión.
Luego, aparece todo un personaje: Iván Germán Velázquez, célebre por haber purgado prisión en Uruguay, luego de que lo pescaran vendiendo información robada del correo electrónico de famosos. A ese expediente se le suman otros, un par de ellos por amenazas. Un verdadero criminal. No hace falta que me crean, solo busquen sus antecedentes penales.
Velázquez (que en Twitter se hacía llamar Mao Perón y ahora Aníbal Gordon) es el encargado de la operación más insólita: decir que la “Morsa” es Alberto Fernández… o Alejandro Granados. Cualquiera le viene bien, mientras Aníbal pague, como hizo en su momento cuando hackeaba mails para este y quedó demostrado judicialmente.
Aunque hoy asegura que es inocente, en una de las entrevistas que le hice, Velázquez me confesó que sí había hecho lo que se le endilgaba; esto es, robar mails y venderlos al mejor postor.
En esos días, era una de mis tantas fuentes de información oficiales. Parecía valioso y todo, hasta que un día me hizo una trapisonda imperdonable y no le creí más: me quiso hacer publicar mails truchos de la periodista Nora Veiras, de diario Página/12.
Los había armado él mismo, y allí aparecían conversaciones inverosímiles entre la colega y el ex espía Antonio Stiuso. Era una operación para golpear a este último que nunca funcionó.
Lo interesante del caso es que Velázquez siempre utilizaba un mail al que consideraba seguro para hacer sus movidas: ivanvelazquez@hushmail.com. Tengo infinidad de correos que me envió para demostrarlo.
Pero el punto es otro: desde esa misma cuenta de correo surgieron las amenazas de muerte contra Nisman, poco antes de que apareciera sin vida, como puede verse en el siguiente documento:
Hay otros mails similares, que reposan en el juzgado del magistrado federal Luis Rodríguez —algunos aportados por mí—, con un dato inquietante para Velázquez: se comprobó que los correos fueron enviados desde Uruguay, el mismo lugar desde donde se encuentra prófugo de la Justicia desde hace años.
Colofón
¿Qué agregar? Estamos por un lado aquellos que luchamos contra el narcotráfico y desnudamos a tipos con Aníbal Fernández, con todo lo que implica, incluido el peligro.
Luego, están estos tipos, que se han alineado con el “narco morsa” sin dejar lugar a dudas. Quiero decir, no lo hacen solapadamente, sino abiertamente. Lo hacen por dinero, desde ya, de eso viven.
Prefieren estar a las órdenes narcotráfico, que mata jóvenes y no tan jóvenes cada día y destroza familias, que hacer las cosas bien.
Optan por atacar, no a quien ha robado del Estado durante años y metió el crimen organizado al país, sino a quien vive de un sueldo privado, sin chupar la teta estatal, y solo se dedica a hacer un trabajo honesto. Está clara la situación, ¿no?
No me interesan sus embestidas, de hecho los he bloqueado a todos y no se qué dicen, solo me preocupa la acción de Aníbal, un tipo más peligroso de lo que parece.
Todos estos idiotas útiles, a quienes perseguiré uno a uno incluso en la justicia, no merecen atención de nadie. Sus tuits no tienen retuits de nadie, solo de sus propias cuentas fakes. Nadie les responde, y los pocos que lo hacen es para cuestionarlos.
Yo tengo toda una carrera profesional, con varios libros de investigación publicados en los últimos 20 años y el orgullo de ser uno de los periodistas más citados en libros sobre crimen y narcotráfico.
Como dije, no tengo una sola causa judicial que me complique, mientras que algunos de ellos han estado incluso en prisión (con detalles escabrosos que revelaré en el futuro). ¿Cómo pueden señalarme, pues?
Hay una cuestión que cae de madura: si mis acusaciones contra Aníbal fueran falsas, hubiera perdido los dos juicios penales que me hizo, como les ocurrió a todos los periodistas que este querelló. Ello no ocurrió, ergo… nadie puede desmentirme.
Respecto del mote de "Morsa", baste ver qué dicen en las redes sociales aquellos que votaron en la encuesta que hice ayer:
No hay mucho más que decir: mientras termino de escribir estas líneas, Elisa Carrió termina de dar una conferencia de prensa explicando los detalles de una denuncia que hizo contra Aníbal por haber mandado a matar a Forza, Ferrón y Bina en 2008.
El escrito cayó en el juzgado de Ariel Lijo, quien ya venía investigando a la “narco morsa” por una cuestión similar. Es lo único que precisaba el juez para terminar de avanzar contra Aníbal.
Si algo de todo lo que digo en esta nota es falso, espero las querellas correspondientes. Veremos si alguien se atreve... (Continuará).