Alejandro Arlía no era cualquier persona: fue quien manejó dos áreas sensibles del gobierno de Daniel Scioli: Infraestructura y Economía. En una y otra cartera —de las cuales fue ministro en los dos períodos del exmotonauta—, los escándalos se sucedieron uno tras otro, sin solución de continuidad.
Por caso, en estas horas el exgobernador de Buenos Aires —y gran derrotado en las elecciones presidenciales de 2015— está siendo investigado por algunos de esos desaguisados, a los que se suma el eventual delito de lavado de dinero.
En ese contexto, en el cual Scioli se revela complicado y se habla de que podría ser llamado a declaración indagatoria, Arlía apareció muerto. Está claro que una cosa podría no tener que ver con la otra.
Sin embargo, ¿por qué se apuraron exfuncionarios del sciolismo en aclarar anoche que se trataba de un suicidio, cuando aún la justicia se encuentra investigando? ¿A qué se debió la aclaración cuando nadie había preguntado nada al respecto?
Incluso hay quienes aseguraron que Arlía tenía problemas económicos, lo cual fue refutado rápidamente por su propia familia. ¿Qué motivó a quienes difundieron esos rumores a hacerlo?
Se insiste: es probable que la muerte del otrora funcionario de Scioli nada tenga que ver con los vaivenes judiciales que le tocan en suerte al exmandatario provincial.
No obstante, es relevante que se investigue de manera independiente cuál fue la responsabilidad del ahora “suicidado” con los escándalos ocurridos en la gestión del exmotonauta, relacionados —entre otras cosas— a la siempre suspicaz obra pública.
Arlía estuvo ocho años al lado de Scioli, en sus dos períodos como jefe de Estado provincial. Fue su hombre de mayor confianza, y escapó a Estados Unidos un día después de que Mauricio Macri asumió como presidente de la Nación. ¿Por qué el apuro, si no tenía empleo allí?
Quien sí consiguió un “changüí” fue su esposa, María Lorena Capra, como “secretaria de Embajada y Cónsul de Primera Clase en la Representación de la República ante la Organización de los Estados Americanos (OEA)”, pero recién ocurrió el pasado 2 de marzo.
Como puede verse, hay muchos interrogantes en el aire… demasiados. Por caso, ¿por qué no se terminó una sola obra en los últimos dos años del gobierno de Scioli?
Pero hay más: ¿Cómo hizo Arlía para tener tantas propiedades en diferentes countries de La Plata? ¿Por qué sus propios “soldados”, sus primos y allegados, no han dejado rastro alguno a pesar de haber trabajado ocho años junto a él?
Hay mucha tela para cortar, demasiado para investigar y hurgar. El que murió no es un hombre cualquiera: es la clave para entender cómo fue la corrupción durante el sciolismo. Al menos una de sus patas.
No es casual que se hablara de Arlía como el “Julio De Vido” de Scioli. Allí está la caja de pandora, en los sobreprecios de la obra pública. La justicia puede encontrar la verdad, solo basta un poco de voluntad… y voluntarismo.