Sol tenía un millón de sueños y todo el tiempo del mundo. Su sonrisa era el espejo de la esperanza, aquella que tiene cualquier adolescente de 13 años.
En Grand Bourg la recuerdan como una de las más entusiastas a la hora de juntar fondos para viajar a Mendoza a participar de un promisorio concurso de baile que finalmente se dejó ver en el Teatro Roma de San Rafael.
“Quería que sus compañeros y principalmente su profesor, Claudio Giménez, se sintieran orgullosos de ella”, contó a este cronista un familiar con la voz quebrada por el llanto.
Es que Sol es una de las 15 personas que vieron su destino truncado junto a otras 14 almas en la célebre Cuesta de los Terneros, a 30 kilómetros del sur sanrafaelino.
La tragedia se cobró sus vidas el último domingo de junio, cuando un desaprensivo chofer perdió el dominio del micro que los transportaba. Venían de Las Leñas, de visitar un ostentoso centro de esquí. Era la primera vez que Sol conocía un lugar semejante. Sería la última.
Cerca de las 15.30, la tragedia la sorprendió, al igual que a sus compañeras de baile. "En una de las curvas acelera y el micro se balancea más. Las mamás pegamos gritos (…) que pare, que nos íbamos a matar, que iba a chocar", recuerda Graciela, una de las que acompañó a los pequeños bailarines.
Luego, todo fue oscuridad. Una larga e interminable oscuridad. "No pasaron segundos que volvió a acelerar como si fuera a suicidarse. Aceleró y agarró una curva pronunciada y volcó el micro. No chocó con nada", insistió Graciela con la desesperación de quien no pudo evitar la desdicha.
Las imágenes en la cabeza de la mujer eran persistentes: el micro volcado, los niños desparramados gritando por ayuda, la imposibilidad de hacer nada.
De pronto, recordó sus propios temores a la hora de avanzar en ese ingrato viaje. Jamás estuvo convencida del todo, principalmente al momento de contratar el micro de “Turismo Damián”.
¿Cómo confiar en una empresa de transporte que no está registrada como tal?
La convencieron las palabras de otras madres, insistentes, pertinaces. “Es lo más económico que podemos pagar”. Recordó entonces lo mucho que había costado juntar el dinero para el viaje.
"Hace meses los chicos venían haciendo un esfuerzo enorme, ya que vendían panchos, tortas y hacían rifas para costear los gastos”, contó ayer mismo Fabián, comerciante de la zona de Grand Bourg, donde la academia "Soul Dance Studio" persistía en mostrarse con las persianas bajas, en medio de un luto que parece eterno.
Los vecinos del lugar, ubicado en José de San Martín 1572 —a pasos de la estación del tren Belgrano Norte— formaron una interminable masa de condolidos, un mar de desdichados acercándose al local para para dejar flores y pañuelos negros.
En medio de ese llanto incesante, donde las palabras se confunden con quejidos y el dolor domina toda la escena, Patricia quiebra el silencio: “Mi hija no viajó por cuestiones económicas”, recordó aliviada.
El intendente de Malvinas Argentinas, Leonardo Nardini, había querido ayudarla a pagar la estadía de su hija, pero la mujer decidió que la menor no iba a realizar el viaje. ¿A quién le importaba eso ahora?
Ramón, un conocido sacerdote de la zona, logró la atención de los presentes: "Estas cosas suceden, hay que rezar mucho y recordar de una manera especial a los seres queridos. Invito a que todos juntos recemos, eso nos ayudará a entender lo que pasó. También pedir por aquellos que están tratando de recuperarse para darles esa fuerza especial que necesitan", vociferó.
Entre docenas y docenas de velas y flores, las palabras del cura profundizaban la tragedia. ¿Cómo entender lo ocurrido? ¿A quién responsabilizar? ¿Tuvo algo que ver Dios con todo esto? ¿Existe Dios acaso?
En la rotonda principal de Grand Bourg las preguntas abundan. Lo que escasean son las respuestas. En ese contexto, Nilda Gómez, quien perdió a su hijo en la tragedia de Cromañón, propuso transformar el dolor en energía, “no dejar solos a los familiares de las víctimas y darles consuelo”.
El silencio potenciaba cualquier comentario que se hiciera allí. La oscuridad, como siempre, adornaba el sufrimiento. Quienes sostenían las velas no eran solo padres y vecinos: también había chicos de entre 6 y 18 años, con su respectiva remera del “Soul Dance Studio”. Chicos despidiendo chicos… no hay remate.
Finalmente, el pesar no sepultó los interrogantes: ¿Quién tuvo la culpa? ¿Por qué pasó lo que pasó? Las hipótesis estuvieron a la orden del día. Demasiadas conjeturas, pocas certezas.
Se sabe, sí, que el conductor, Damián Pinelli, falleció en el mismo hecho que provocó. Todo parece indicar que el vuelco ocurrió por el abuso de la velocidad del micro. "Los testimonios y los primeros análisis del siniestro indican que había un exceso de velocidad del conductor", puntualizó con inusual crudeza el ministro de Transporte de la Nación, Guillermo Dietrich. A su lado, Alfredo Cornejo lo miraba inmóvil.
El funcionario añadió lo que todos sospechaban: “Esta tragedia sucedió en un colectivo que no tenía habilitación para hacer un viaje de turismo interjurisdiccional nacional”.
Al mismo tiempo, Dietrich arriesgó que "el vehículo tenía documentación y entendemos que parte de esa documentación era apócrifa, que no tenía la oblea habilitante de la CNRT”.
Hay datos que aún no fueron confirmados por la fiscal de la causa, Florencia De Diego, quien, dicho sea de paso, tomó declaración este martes a quien aparece como la dueña del ómnibus, una joven de 33 años llamada Marcia Villagra.
En estas horas, hay severas sospechas sobre su persona. ¿Es la propietaria real o solo una “prestanombres”? ¿Qué relación ostenta con los Pinelli?
De manera conveniente, el teléfono de la mujer estuvo apagado durante todo el día de ayer, al igual que los números de Damián Turismo. Este periodista se cansó de llamar.
Lo que sí pudo acreditarse es que el micro pasó por las manos de cuatro transportistas antes de llegar a manos de la familia Pinelli: Microbus SA, Oscar Occhiuzzi, y Carlos Petruccelli. Lo demás es brumoso y poco claro.
Lo único que parece certero es la carátula del expediente que investiga el hecho, donde reza “homicidio culposo doblemente agravado”. Allí, hasta ahora, solo aparece imputado el chofer quien, como se dijo, pereció en el mismo hecho.
Falta realizar varias medidas de prueba, una de ellas es el análisis del tacómetro a efectos de verificar la velocidad a la que se movilizaba el ómnibus. También precisar si los frenos del vehículo funcionaban como corresponde.
A su vez, faltan testimonios por tomar por parte de la fiscal De Diego, no solo de los sobrevivientes sino también de los pocos testigos del hecho.
Mientras tanto, quedan aún internados 15 pacientes, tres de los cuales permanecen en terapia intensiva, repartidos entre el hospital Teodoro Schestakow, el Español, y la Policlínica Privada de San Rafael. En estas horas, luchan por sus vidas.
A kilómetros de allí, en Grand Bourg, los carteles se multiplican: "La Danza está de luto. Una vela y una flor en homenaje a quienes dejaron su arte". No es poco.
Conozco la ruta, y se que de noche es visible la curva, esto paso a media tarde, es probable que se haya quedado sin frenos y el peso le dificultó desacelerar, como también pudo haberse quedado dormido, seguro fue negligencia Porque el vehículo no estaba habilitado, pero me parece que hablar de suicidio me parece una locura como dicen las familias de las víctimas pero hay recaudos que pudieron haber tomado, como pedir la habilitación del vehículo antes de salir, pero hay gente que por un pasaje más barato viaja en carreta y lo se porque en bs. As en la peregrinación de Luján te llevan por ruta y no tienen ni patente los micros y no es Porque no hay plata para tomar un remis Hoy! creo que ya va por la 40 peregrinación , pero la gente lo toma porque no es capaz de pagarse un remis y viajan igual asi no haya asiento se recuestan en el piso del micro Con la mentalidad que nunca les va a pasar una desgracia o sea son todos ateos hasta que el avión cae.