Ayer nomas, se conoció la noticia y conmocionó a propios y ajenos. Según una versión dada a conocer por la propia vicepresidenta, Gabriela Michetti, su padre habría estado a punto de ser secuestrado.
Rápidamente, la “primicia” fue comprada por los principales medios de comunicación y escaló a las portadas de los diarios más importantes del país.
Lo curioso es que, cuando se analiza la trama en detalle, la cuestión hace agua por todos lados. A saber:
-El hecho se conoció por la “confesión” de un remisero de Laprida, quien se habría enterado en un lavadero de esa misma ciudad que un tercero había consultado por una vivienda para tener unos días secuestrado “al viejo Michetti”.
-No obstante, para la vicepresidenta eligieron a su padre “como a cualquier otro", según diálogo con Radio Laprida.
-La investigación comenzó luego de que un parte policial se hiciera eco de la inverosímil versión, que se llevaría a cabo “con unos rosarinos”.
-La vicepresidenta, sin embargo, dijo que se trataba de personas “de Laprida”.
-La brigada antisecuestros pidió escuchas telefónicas y, luego de ello, habría empezado a investigar al presunto secuestrador, alguien tan poco lúcido que no duda en afirmar públicamente un hecho de tal relevancia.
-A pesar de las presuntas escuchas, aún no están confirmadas las identidades de los eventuales secuestradores, menos aún si son de Laprida o Rosario.
-Aún así, la vicepresidenta puntualizó que “son personas que hacen esto habitualmente".
-Más aún: Michetti aseguró que el secuestro “se pudo abortar”, ya que “esta gente al ver el movimiento de la policía tiraron esto para atrás”.
¿Cómo creer semejante fábula, plagada de contradicciones y puerilidades?
Está claro que, más temprano o más tarde, la historia caerá por peso propio. Es que, como dijo alguna vez el escritor y colega Javier Marías “todo tiene su tiempo para ser creído”.