La aparición de los cuadernos que detallan la corrupción del kirchnerismo dejó expuestos a propios y ajenos y dejó demostrado que la grieta está lejos de fenecer.
Es que, a pesar de la contundencia de lo que aparece en las anotaciones que dio a conocer diario La Nación, los ladriprogresistas de siempre salieron a coro a intentar refutar lo irrefutable. ¿Qué importa si están o no los cuadernos originales, si las fotocopias permiten reconstruir la ruta de la corrupción K?
No solo la justicia logró comprobar gran parte de los hechos que fueron anotados por Oscar Centeno con prolija grafía, sino que además hay hechos anteriores que venían denotando lo mismo que hoy se menciona. Principalmente, los bolsos con dinero de la obra pública en forma de “retornos”.
Desde que uno tiene memoria se viene hablando de esto mismo. Por caso, quien escribe estas líneas ha sido querellado por el mismísimo Julio De Vido por contar la misma trama —con menos precisión, obviamente— en el año 2004, apenas llegado los K al poder con “la suma del poder público”. ¡Hasta Leonardo Fariña describió la ruta de los bolsos con dinero!
Más aún: el propio Roberto Lavagna en sus días de ministro de Economía denunció sobrecostos y cartelización en la obra pública, poniendo el foco en la Cámara de la Construcción. Ello le costó que lo eyectaran de su cargo, tal cual reveló este cronista en esos días de 2005. ¿Dónde estaban los ladriprogresistas entonces, cuando unos pocos peleaban —peleábamos— contra los molinos de viento?
Hay un dato sintomático que mencionar respecto de lo que ocurre en estas horas. En la actualidad, uno de los extitulares de la CAC, Carlos Wagner, está detenido por el tema de los cuadernos. Sin embargo, su nombre también aparece en el viejo expediente Skanska y en la causa Odebrecht. ¿Dirán que es una coincidencia los “periodistas” que defienden el latrocinio K?
Los cuadernos han revelado demasiado, verdades incómodas que no dejan lugar a dudas. Porque todo es verificable y se va comprobando al paso de los días.
No obstante, a pesar todo ello, de la abrumadora evidencia, agobiadora por cierto, los operadores de siempre han salido a desvirtuar todo, a atacar lo inatacable y a defender lo indefendible. Como si el kirchnerismo no les hubiera robado a ellos también.
¿Dicho sea de paso, de dónde creen que provenían los fondos que recibían bajo mesa en los días del kirchenrato? ¿Creerán que Néstor y Cristina se los aportaban de sus propios patrimonios?
Los nombres de los que hacen el trabajo sucio son hartos conocidos: Roberto Navarro, Horacio Verbitsky, Gustavo Sylvestre, Víctor Hugo Morales, Rolando Graña, Santiago Cúneo, y tantos otros. Son los “colegas” que abrevan en medios que, en lugar de informar, operan. C5N, Crónica, Página/12 y tantos otros.
Desde allí han salido a decir las imbecilidades más sorprendentes, puntualizando en pequeños detalles, como si ello tirara abajo todo lo demás.
Por ejemplo, el hecho de que Centeno no podría haber escrito lo que dicen los cuadernos “porque está muy bien escrito, con puntos y comas”. ¿Leyeron realmente lo que dicen las anotaciones? Se trata de la descripción de hechos precisos y concretos, nada del otro mundo. No se trata de “El ser y la nada” de Sartre.
Luego, aseguran que Centeno es en realidad un espía de la exSIDE, que hizo todo a pedido de alguien más. ¿Eso cambia los hechos? ¿Vuelve menos corruptos a los corruptos?
También denuncian que se dejaron a un lado las referencias a IECSA, otrora en manos del primo-hermano de Mauricio Macri, Ángelo Calcaterra. Otra vez: ¿Leyeron realmente lo que se viene publicando, no ya en el expediente, sino en La Nación? Allí está claro el papel de IECSA y demás firmas del rubro.
Como sea, la cantidad de idioteces que se publicaron en los últimos días no tiene parangón. Siempre bajo la pluma de los mismos operadores. Aquellos que, por suerte, cada vez tienen menos repercusión en el mundo del periodismo y la información.
Es que, como se sabe, la sociedad mastica vidrio pero jamás lo traga.