“Reperfilamiento”. Tal fue la vedette de este miércoles. Se trata del término que sorprendió a propios y ajenos, pronunciado por el flamante ministro de Hacienda Hernán Lacunza.
Es un término que no figura en el diccionario de la Real Academia Española, pero que es de uso frecuente de los economistas.
De hecho, Lacunza la utilizó para referirse al cambio de secuencia en la que se va a devolver el dinero prestado a inversores institucionales de corto plazo.
Ojo, no es una reestructuración, solo una reperfilación. "En este último caso, se refiere solo a un cambio en los plazos de pago, es decir, cuándo se va a pagar; en el primer caso, es más general, ya que se cambian muchas más condiciones de la deuda", explica el economista Miguel Boggiano.
Explicado para neófitos, el mismo especialista sostiene: “El gobierno le pasa la pelota de la deuda de corto plazo a Alberto Fernández. ¿Alguien cree que en 3/6 meses la cosa se habrá resuelto? Esas Letes están muertas”.
Si no quedó claro, Boggiano fue más claro aún: “Bueno. No te puedo garpar. No llego a las elecciones. Te garpo después. Ah... y los detalles los vamos viendo. Te va a pagar la gente que vos votaste. Arreglate con ellos".
Desde ya, se trata de una cuestión aún más compleja que la descripta, con infinidad de matices de por medio, e interrogantes por doquier: ¿Cómo se llevará adelante la medida? Lacunza no lo dijo. ¿Ya se consensuó con el FMI lo que vendrá?
Porque uno de los cuatro puntos planteados por el ministro de Hacienda fue justamente reperfilar los vencimientos del Fondo, a efectos de disipar riesgos de incumplimiento entre 2020 y 2023. ¿Se habló ya con los tenedores institucionales de títulos de corto plazo para tantear cómo tomarían los anuncios o se arriesgará el gobierno a una avalancha de eventuales juicios? Más aún: si un ahorrista tiene su plata en un fondo de inversión, ¿se considerará como persona "común" o "jurídica"?
Hay muchas otras cuestiones por dilucidar, demasiadas para una simple columna periodística. Algunas de ellas se irán aclarando con el paso de las horas. Otras no tanto.
Es una trama harto compleja, que mezcla factores políticos y económicos por igual, imposibles de mensurar. Tópicos que llevan a confusiones de diversa índole.
De ahora en más se escucharán todo tipo de barbaridades y exageraciones. Medios como C5N ya empezaron a insuflar con términos como “default técnico” y “default selectivo”. La elección de ese término no es casual... ni gratuito, sí exagerado: reputados economistas aseguran que no hay default porque no se violaron los contratos.
Sí se hará necesario aportar algo de cordura, tanto por parte del gobierno como de la oposición. Terminar de una vez y por todas con las acusaciones cruzadas que, lejos de calmar a los mercados, lo inquietan ad infinitum.
Por lo pronto, Alberto Fernández ya anticipó que hará la "contribución" de "mantener silencio" respecto de los anuncios. No es poco.
Horas antes, Lacunza le había enviado un mensaje directo: "Cualquier imprudencia sale cara". La prueba de ello se vio este mismo miércoles.
Resta saber cómo resultará la propuesta del gobierno. ¿Será exitosa? Si es así, ¿en qué magnitud?
Para intentar responder debe mirarse el espejo de Uruguay, país que llevó adelante su propio reperfilamiento de deuda en 2003 con total éxito. Si bien en el vecino país no hubo quita de capital ni intereses, el 93% de los bonos terminaron ingresando a la propuesta.
Hay incontables diferencias entre la situación uruguaya y lo que sucede hoy en Argentina, no solo de contexto sino también a nivel histórico. No obstante, es una referencia que no debe desdeñarse.
Entretanto, habrá que ver cómo reaccionan hoy los mercados ante los anuncios aquí referidos. Será la primera prueba de fuego del gobierno en uno de sus momentos más cruciales.