Hoy le tocó a Hugo Alconada Mon. Ayer fueron Mercedes Ninci, Jonatan Viale y otros tantos. Mañana no sabemos. Alberto Fernández se sigue sacando con el periodismo, al que acusa de todos sus males.
Debe reconocérsele, sí, que ostenta lineal coherencia. Porque en 2003, cuando aterrizó en la Casa Rosada como jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, hacía exactamente lo mismo. Su problema no eran los medios oficialistas, sino los pocos que mostraban cierta independencia (como este portal).
Ello le valió el mote de “Comisario Fernández”, apodo que llegó a leerse en letras de molde en revista Noticias en el año 2004. Porque así era Alberto, una suerte de “uniformado K” que llamaba a los cronistas para echarles en cara sus notas periodísticas, incluso aquellas que eran de mera opinión.
Quien escribe estas líneas lo ha contado mil veces, entre 2004 y ahora. “Yo te puedo hacer mierda”, sostenía el ahora presidente electo, siempre “sacado”. Era inquietante… y preocupante.
Porque, ¿cómo saber cuál sería el siguiente paso? Es decir, si ahora era un simple llamado, ¿qué podría venir luego?
La respuesta se supo bien pronto. Fue cuando aparecieron los aprietes televisados de 678, los carpetazos contra los periodistas y referentes opositores e incluso puntuales crímenes irresueltos, como el triple asesinato de 2008, aquel en el que sucumbieron bajo las balas Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina.
Ahora, aparecen los ecos de aquellos días, en los cuales Cristina Kirchner aparecía en los medios acusando con nombre y apellido a cualquiera que la cuestionara. No se trata solo del escrache, sino de la mención en primera persona de los “enemigos” del modelo.
No refiere solamente a la cuestión estigmatizante, intrínseca per se, sino que además es una suerte de metamensaje hacia terceras personas: “Todo el que me moleste será mencionado con pelos y señales”.
Es exactamente lo mismo que hizo Alberto con su tuit, al señalar con su “dedo virtual” a Alconada Mon. ¿Qué periodista se animará a sufrir el mismo escarnio a partir de ello?
Es grave lo que ha ocurrido este lunes, porque anticipa una dura escalada contra el periodismo, en un país cuyos problemas pasan por otro lado. De hecho, los que señalan a la prensa son los que han saqueado al país.
Ello permite presumir que ahí mismo radica el problema: ¿Atacan a los medios para que no puedan poner en riesgo sus negocios?
Porque, hay que decirlo, jamás hay ningún tipo de cuestionamiento a colegas de C5N, Página/12 y similares, aún cuando está demostrado que son los más proclives al error periodístico y la operación de prensa.
Más allá de lo antedicho, hay un tema aún más inquietante que subyace detrás de lo sucedido hoy: ¿Qué pasaría si un fanático decidiera hacer justicia por mano propia sobre la base del enojo de Alberto en su tuit?
No es algo descabellado. Ya se han vivido sucesos de ese tenor, como en 2017, cuando el periodista Julio Bazán fue duramente agredido por militantes K en el marco de la discusión por la reforma previsional.
¿O acaso alguien cree que es casual que horas después de que Cristina Kirchner cuestionara al grupo Clarín Carolina Papaleo pidiera a una maga hacer desaparecer un ejemplar de ese mismo medio? Alguno podría decir que se trató de una humorada, pero no.
En momentos en los cuales el discurso se ha vuelto parte primordial de los cuestionamientos del kirchnerismo, nada parece coincidencia.
Si alguno ostenta alguna duda, solo debe repasar el pasado más reciente.
Si alguno abriga alguna sospecha, solo debe mirar el horizonte. Lo que vendrá, parece confirmar las peores sospechas.
Carolina Papaleo pidió hacer desaparecer al diario Clarín VIDEO https://t.co/s40yQqCypE GRACIAS A @DaniSantibaniez pic.twitter.com/9Z3IMFlmnZ
— #GLORIAyÉXITO REMESTVENSKY (@MEDIOSYOPINION) December 3, 2019