Desde que tengo memoria vengo exponiendo cómo algunos de los grandes medios han decidido desinformar respecto de lo ocurrido con el atentado a la AMIA. Lo hago con precisión de cirujano, con el conocimiento que acopio por haber analizado el expediente de marras.
En algunos casos, se trata de falta de información, pero en la mayoría no. Hay intereses foráneos concretos detrás de las mentiras que se sostienen respecto a lo ocurrido en la mutual judía. Ello suele traducirse en dinero contante y sonante.
En mi libro AMIA, la gran mentira oficial, escrito junto al siempre inefable Fernando Paolella luego de 10 años de profusa investigación, hay todo un capítulo referido a cómo los medios se dedicaron a desinformar desde un primer momento.
Allí aparecen nombres como los de Daniel Santoro, Raúl Kollmann, Román Lejtman y otros, quienes durante años se dedicaron a decir exactamente lo contrario a lo que sostiene el expediente en cuestión.
Suelo discutir con estos y otros “colegas” a través de las redes sociales, desafiándolos a debatir o invitándolos a explicar de dónde sacan las afirmaciones que suelen hacer. Porque nada de lo que sostienen figura en la causa judicial. Sin embargo, nunca han aceptado el "careo".
No obstante, han logrado imponer algunas afirmaciones falaces que aún hoy son repetidas por todo el mundo. Por caso, que una camioneta Trafic explotó en la puerta de la AMIA.
Ello jamás ocurrió: de los 200 testigos del caso, solo una mujer dijo haber visto el vehículo, Nicolasa Romero, y luego se desdijo en el juicio oral al admitir que fue presionada por la Policía Federal.
Así y todo, tipos como Santoro han llegado a poner nombre al supuesto conductor suicida de la Trafic que no existe. Así de grave es la cosa.
Otro mito es el que refiere a Irán. Es parte de una trama que impusieron EEUU e Israel poco después del año 2001, Antonio Stiuso mediante. En el expediente AMIA no hay prueba alguna contra ningún iraní, le guste a quien le guste. De hecho, suelo ofrecer un premio a cualquier persona que logre encontrar en toda esa causa cualquier evidencia al respecto.
Los verdaderos culpables son sirios, no iraníes, y las pruebas sobran en la Justicia. Pero hay un “consenso” internacional para tapar esa línea de investigación, que apunta a una venganza contra Carlos Menem. Descartando toda pretensión de que el atentado derive de la “guerra” en Medio Oriente.
Los grandes medios argentinos son, lamentablemente, parte de ese encubrimiento. Basta leer las notas que publican Clarín, La Nación e Infobae —y en menor medida Página/12— para percatarse de ello. ¿Lo hacen por desconocimiento o interés? Saque el lector sus conclusiones.
Hoy mismo, diario Clarín tituló que “el cerebro del atentado a la AMIA consideró que a Nisman lo mataron".
Refería la noticia a una entrevista que le hicieron al exagregado cultural de Irán en Argentina, Mohsen Rabbani.
En primer lugar, no hay ninguna evidencia de que este último haya planificado nada —insisto en invitar a quien quiera a ver el voluminoso expediente—, por lo cual no es “cerebro” de ningún atentado.
En segundo lugar, nunca dijo que a Nisman “lo mataron”, sino que “lo forzaron para que se mate". En buen romance, que lo indujeron a suicidarse. Dicho sea de paso, es la opinión de alguien que vive a miles de kilómetros de Argentina y que ni siquiera conoce la causa judicial.
En la misma entrevista, Rabbani insiste en que "Irán no tiene nada que ver con tema de AMIA” y definió a la voladura de la mutual judía como "una cortina de humo”.
Acto seguido, dijo una gran verdad: "Cuando los gobiernos querían aclarar (el atentado), no los dejaron. No nos dejaron a nosotros y no los dejaron a ellos. El Gobierno de Cristina (Kirchner) quería resolver (el caso AMIA) y no lo dejaron".
Ahora, me pregunto: ¿Por qué los grandes medios se dedicaron a desvirtuar las declaraciones de Rabbani y minimizaron sus últimos comentarios? ¿Por qué nadie quiere esclarecer la cuestión AMIA, que permitiría revelar qué pasó con la embajada de Israel en 1992 y ayudaría a explicar por qué mataron al hijo de Carlos Menem en 1995?
Como se dijo, los intereses son harto poderosos. Es un terruño donde se mezclan intereses gubernamentales de varios países con el crimen organizado, el narcotráfico y otros negocios ilícitos. Ergo, a nadie le conviene que esto se termine de dilucidar.
A pesar de lo dicho, algún día todos deberán dar explicaciones por lo que han hecho, porque ocultar la verdad detrás de un hecho que ostenta la gravedad que tiene el caso AMIA, es imperdonable. Y los grandes medios, aquellos que han ocultado la realidad con un dedo, lo saben de sobra.
Así opera Clarín. No hay una sola prueba en todo el expediente AMIA que diga semejante cosa. Por dinero baila el mono pic.twitter.com/eRvPVj2aMR
— Christian Sanz (@CeSanz1) January 10, 2020