El persistente silencio no lo ayuda. Porque, como dicen, el que calla otorga. Pero Mauricio Macri está empecinado en no hablar. No al menos sobre las causas judiciales que lo aquejan por espionaje, que no son pocas.
Una de ellas es casi insustancial, pero las otras dos lo tienen contra las cuerdas. Por diversos y variados motivos.
Primero, porque las advertencias sobre el espionaje ilegal le fueron comunicadas en tiempo y forma, en el año 2017. La más persistente ha sido Elisa Carrió, quien fue perseguida hasta los confines de Paraguay y elevó su bronca al entonces presidente de la Nación, sin suerte.
La líder de Coalición Cívica fue determinante en su denuncia, con datos puntuales y nombres concretos —principalmente sus cañones apuntaron a Silvia Majdalani, la entonces “número dos” de la AFI—, pero jamás fue escuchada por Macri.
Debió utilizar la siempre efectiva denuncia mediática para dar a conocer su derrotero, pero aún así tampoco logró que le dieran la importancia que ameritaban sus señalamientos. Mauricio decidió negarla tres veces consecutivas, como Pedro a Jesús.
Luego llegaron las quejas de otros referentes, que también apuntaron sus cañones a Majdalani y, por añadidura, a Gustavo Arribas, el entonces mandamás de la central de inteligencia vernácula. Macri siguió haciendo oídos sordos.
Incluso Carlos Pagni hizo un pormenorizado relato de cómo la AFI macrista espiaba a propios y ajenos, con detalles bien escabrosos. También fue en los idus de 2017.
Hubo muchos más señalamientos, todos del mismo tenor, pero el macrismo decidió hacer caso omiso. Otra vez. Ese silencio es el que más complica al expresidente. Un mutismo que se replica en estas horas.
Porque, ¿quién se queda callado si es inocente en el marco de un delito tan grave?
No obstante esa actitud puntual, hay otros elementos que complican al otrora jefe de Estado, como los informes que aterrizaban en el escritorio de Susana Martinengo, a cargo de la oficina de documentación presidencial.
Se trata de una mujer de estrecha cercanía de Macri, que recibió incluso a dos de los espías hoy más complicados en la trama de intrusión vernácula: Facundo Melo y Leandro Araque. ¿O alguien puede creer que la mujer actuaba motu proprio?
De todos modos, la situación de Mauricio se complicará cuando Alan Ruiz se decida a contar todo lo que sabe.
Se trata del “cuadro” de la AFI que llevó a cabo la operación de espionaje que se investiga en estas horas, ¿a pedido de Arribas, de Majdalani, de Macri… o de los tres?
Una digresión relevante: no es verdad lo que han publicado los grandes medios, respecto de que Majdalani hizo ingresar a Ruiz a la Dirección de Operaciones Especiales de la AFI. Quien obró el milagro fue el oscuro Diego Dalmau, exjefe de Contrainteligencia de la misma agencia.
Ahora, yendo al nudo de la cuestión: ¿Puede Macri terminar en prisión? Tres penalistas consultados por Tribuna de Periodistas aseguran que sí.
Siempre teniendo en cuenta el contexto del dominio de la Justicia por parte del kirchnerismo y de acuerdo a cómo se vaya complicando la situación procesal del expresidente.
Es probable que no dure demasiado en la cárcel, pero el impacto de ver a Macri tras las rejas será permanente. El daño generado hacia su persona, también.
La figura que podría caberle, siempre según los expertos consultados es la de “jefe de una asociación ilícita”. Algo que agradaría por demás a Cristina, ya que ella misma ha sido acusada por el mismo delito, junto a sus hijos.
Es lo que más molesta a la expresidenta, tal cual dio a conocer en un video que posteó en sus redes sociales en los últimos días (ver al pie).
Por eso, Cristina no cejará en su propósito de meter preso a Macri, aquel a quien responsabiliza por su derrotero de los últimos cuatro años.
Ella practica mejor que nadie aquella frase del saber popular que reza que “la venganza es un plato que se come frío”.
La asociación ilícita eran ellos. pic.twitter.com/lmQcgnOsxJ
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) June 11, 2020