En estas horas, Cristina Caamaño tambalea en su cargo. Ello luego de la filtración de los datos de varias docenas de espías de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), hecho que puso en peligro la integridad física de los agentes.
Lo ocurrido motivó la rápida presentación judicial por parte de puntuales empleados de la exSIDE —dato que fue adelantado en exclusiva por Tribuna de Periodistas—, quienes pretenden que la titular de la agencia dé las explicaciones del caso.
La causa judicial se encuentra en manos de la jueza María Romilda Servini, quien apuró en las últimas horas ciertas medidas de prueba.
En ese contexto, todos se acusan entre sí: los espías la culpan a Caamaño, esta última culpa a la fiscalía de Lomas de Zamora y, a su vez, los funcionarios judiciales se lavan las manos.
Lo curioso es que, más allá de las responsabilidades, en la AFI comenzó a rumorearse una versión inquietante: se asegura que las filtraciones fueron intencionales.
La hipótesis se sostiene en un dato puntual y concreto: del listado de los 82 espías “escrachados”, casi todos son de carrera y trabajaron bajo las órdenes de Antonio "Jaime" Stiuso.
Se trata de agentes que ya venían denunciando maltratos de diversa índole, incluso a nivel salarial, solo por tener vinculación con aquel que pasó a convertirse en el más detestado por Cristina Kirchner, de un día para otro.
Stiuso supo ser el que "regalaba" carpetas a Néstor y su esposa en los albores de su primer gobierno, que luego estos usaban para atacar a los "enemigos del modelo". Pero en 2013 algo se quebró y ya nada fue igual.
Por eso las sospechas que recrudecen en estas horas. Con un agravante: ¿Por qué en los listados filtrados por Caamaño no aparece ninguno de los agentes "camporistas" que supo reclutar el kirchnerismo?
Si se comprobara que la "coladura" fue adrede, se abriría una nueva veta del escándalo ya referido, que, dicho sea de paso, ya ha transformado a la Argentina en el hazmerreír del espionaje a nivel internacional. Sin mencionar todo lo que hay en juego a nivel geopolítico.
Sea como fuere, lo que viene será para alquilar balcones. El escándalo recién empieza.