Y arrancó la campaña nomás, con las estrategias de siempre, disfrazadas de “manuales” presuntamente novedosos.
Ciertamente, el del Frente de Todos lo es, hay que reconocerlo. Porque puntualiza con precisión cuáles son las fortalezas y debilidades del pero-kirchnerismo en el contexto de la campaña electoral de este año.
Advierte que hay un piso del 30% que beneficia a los K y que hace falta ganar un 10% más a efectos de obrar el milagro que sueña Cristina Kirchner.
Explica el documento cómo puede —y debe— hacerse: enfocando el discurso en aquellos tópicos que inquietan a la ciudadanía, tales como la corrupción, la inflación, el desempleo y la inseguridad.
Al mismo tiempo, explica que los candidatos deben hablar sobre el “futuro” y no mirar tanto al pasado, Menos aún a aquella remanida frase de la “herencia recibida”.
Con un agregado: debe obviarse toda referencia a la política internacional, sobre todo en lo que refiere a Cuba, Venezuela y Nicaragua. También debe evitarse mencionar todo aquello que refiera al Poder Judicial. Básicamente por las avanzadas del kirchnerismo sobre jueces y fiscales.
A todo ello se suma el impulso oficial de planes como el “Ahora 12” y otros, que buscan impactar en el bolsillo, no solo de los menos pudientes —típico votante peronista— sino también de la clase media. Por eso, se hablará en los próximos días de nuevos planes de vivienda y la presunta baja de la inflación. Y se seguirán flexibilizando restricciones, contra la voluntad del propio oficialismo.
Hay que decir a esta altura que el Frente de Todos cuenta con dos cuadros políticos destacados: Victoria Tolosa Paz en la provincia de Buenos Aires, y Leandro Santoro en la Capital Federal.
Ambos con antecedentes polémicos e inquietantes —cuyos rastros se pueden encontrar aún en redes sociales—, pero con un discurso claro y efectivo. Que penetra en el corazón del votante.
Esto explica la buena performance que ostenta el kirchnerismo al calor de las encuestas de opinión. Superando al Frente de Todos en terruño bonaerense —se habla de una preferencia del 40%— y jugando “cabeza a cabeza” en la Ciudad de Buenos Aires.
Ello a pesar de todos los desastres cometidos por los K, que incluyen la vacunación VIP, la corrupción persistente e incluso el Olivos-gate.
Habla de la virtual eficiencia de la estrategia del Frente de Todos, pero también del daño que le ha hecho a Juntos por el Cambio el crudo enfrentamiento que vivieron sus candidatos. Impulsado por el “factor Manes”, que disparó todas las internas que permanecían subyacentes.
El mendocino Alfredo Cornejo debió llamar a la calma y la compostura y proponer un “manual de conducta” para lograr bajar los decibeles. Una idea casi de jardín de infantes.
Los une el espanto, no el amor, está claro. Esa frase está más vigente que nunca en la oposición. Nadie parece tolerar a nadie. El botón de muestra se dejó ver en el marco de la interna que viven el PRO y la UCR dentro de “Juntos”.
Los radicales sienten que el gobierno de Mauricio Macri los relegó al extremo durante 4 años y, en el futuro, buscarán tener más protagonismo. Quien no parece dispuesto a ceder a esos “caprichos” es el hoy todopoderoso Horacio Rodríguez Larreta. Quien se ha puesto en la mira del gobernador Gerardo Morales.
Como sea, habrá carpetazos de un lado y acusaciones de la otra vereda. Por caso, los K ya empezaron a desempolvar viejos artículos periodísticos que complican a los principales referentes opositores.
Larreta, el enemigo número uno, tiene varios frentes abiertos, el más complicado refiere a la contratación “en negro” de unos 25 mil empleados en la municipalidad de la CABA.
Es un expediente que se inició con la denuncia del gremialista Carlos Elías, quien acusó al jefe de gobierno por los supuestos delitos de “incumplimiento de deberes de funcionario público por evadir tributos a la AFIP y organizar un sistema de fraude laboral en el Estado local”.
No obstante, Larreta no es el único que deberá tragar saliva: Cornejo, e incluso Suarez serán “carpeteados” por el kirchnerismo. Mechando alguna información real y comprobada con chimentos de barrio, siempre incomprobables.
Al exgobernador mendocino, hoy titular de la UCR, lo perseguirán por donde más le molesta: el expediente de enriquecimiento ilícito que complica a su hijo.
Habrá, dicho sea de paso, lugar para golpear al inefable Julio Cobos, a quien acusarán de ser parte de aquella trama de lavado de dinero que complicó a Cristina en 2007. ¿Podía no saber el mendocino, que entonces iba como candidato a vicepresidente, de dónde salían los fondos que financiaban la campaña?
Por su parte, la oposición atacará donde más le rinde: recordará la “eterna cuarentena” y los desaciertos de la vacunación, con todo lo que ello implica.
No faltarán referencias a las visitas que recibía Alberto en Olivos, respecto de lo cual hay aún mucha tela para cortar.
Por caso, ¿qué fue a hacer tantas veces allí Marcelo Tinelli? ¿Y los periodistas que fueron a ver al mandatario, kirchneristas y anti kirchneristas? Los nervios —y el mutismo— de unos y otros denotan suspicaz preocupación.
Es una trama que atribula al jefe de Estado, porque no puede escapar a la evidencia que lo expone, a través de infinitas planillas que lo dejan mal parado. Ante tamañas pruebas, le será complicado zafar del escándalo, que promete perdurar.
Por lo pronto, ya ha dejado un herido de muerte: Agustín Rossi, a quien Alberto y Cristina presumen autor de la “filtración”, que llegó a los principales medios de prensa. Por eso, han decidido castigar al otrora ministro de Defensa y obligarlo a transitar el árido desierto K. Con la excusa de una candidatura en la cual no creen.
A esta altura, la vicepresidenta y su “cuzquito” deberían saber que los que revelaron los detallados Excel fueron impresentables personeros de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI).
Son los mismos que “regalaron” puntuales fotografías de Alberto junto a Chien Chia Hong, aquel empresario taiwanés que el presidente juró no conocer.
Ello explica la moderación que se verá en el corto plazo en el discurso del jefe de Estado. Es lo que le ha pedido —léase “exigido”— Cristina.
Para escándalos, alcanza y sobra con lo que ya regala el Boletín Oficial, con contratos millonarios y licitaciones direccionadas. Como la que benefició al hermano de Luis Alberto Peluso, excajero y recaudador de Daniel Scioli. Eyectado de su cargo en medio de varios escándalos, uno de ellos por la contratación de una empresa de limpieza que finalmente se descubrió que le pertenecía.
Es lo mismo que ocurre ahora mismo con Norberto Peluso, su pariente, cuya empresa Limpiolux SA acaba de ser beneficiada por un contrato de casi 400 millones de pesos para asear el Ministerio de Economía. Un precio que triplica al del mercado.
Quien quiera conocer los detalles del curro, solo debe buscar la Decisión Administrativa 774/2021.
Se trata del culebrón que está por explotarle al kirchnerismo en el rostro. Uno de ellos, bah.
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