Vengo denunciando las trapisondas de Daniel Santoro desde hace al menos 20 años, que suelen referir a operaciones de prensa de todo tipo y robo de información, que he sufrido en carne propia.
Lo he contado en 2009, en esta nota titulada “Copia, copia, que algo queda”, donde muestro cómo el colega me birló dos investigaciones de alta gravitación, una sobre el triple crimen de General Rodríguez y la otra sobre el rey de la efedrina, Mario Segovia.
Anteriormente, ya lo había expuesto por haber escrito una veintena de artículos periodísticos que desinformaban sobre el expediente del atentado a la AMIA. Se presume que no lo hizo de manera gratuita, porque nadie miente de tal manera sin cobrar.
Ni hablar de aquella vez en la que acusó a Máximo Kirchner y Nilda Garré de tener cuentas bancarias en EEUU, pifie que debió reconocer con profunda vergüenza.
Mucho más podría contar, pero ahora mismo quiero enfocarme en su última nota en diario Clarín, titulada “Escándalo en Mendoza: las llamadas del juez Walter Bento pidiendo apoyo a jueces y dirigentes kirchneristas”.
Lo primero que debo mencionar es que “robó” sin citar el peritaje del teléfono del magistrado que publiqué en esta nota, de manera exclusiva. Una falta que no debería sorprenderme, porque es una práctica común en él. De hecho, jamás se ha animado a desmentirme, ni a debatir conmigo.
Luego, debe mencionarse una praxis aún más grave, porque Santoro analiza de manera parcial ese documento, y solo menciona los contactos de Bento con personajes del kirchnerismo.
Sin embargo, nada menciona sobre las comunicaciones del juez con personeros del gobierno de Rodolfo Suarez, que son mucho más asiduas y comprometedoras. Como aquella que sostiene con el procurador mendocino Alejandro Gullé. O con el juez de la Corte José Valerio. O con Dalmiro Garay. O con tantos otros.
Tribuna de Periodistas reveló todas las conversaciones, sin discriminar entre radicales o peronistas. Como corresponde a un medio honesto.
Pero Santoro prefiere hacer lo que hace siempre: parcializar la información, vaya a saber para qué ocultos intereses.
No hay que olvidar que hoy en día el colega se encuentra complicado en una causa judicial por presunta extorsión. Algunos se sorprenden por ello. Quienes lo conocen en profundidad, no.
Basta preguntarle a Alejandro Fantino, Romina Manguel o cualquier otro periodista que haya trabajado con él en los últimos tiempos. Los comentarios son lapidarios, sobre todo después de lo ocurrido con el caso D’Alessio.
Ya lo dijo más de una vez el maestro de periodistas Ryszard Kapuscinski: “Para ser buen periodista, primero hay que ser buena persona”.
De más está decir que Santoro no estaría en tal nómina.
Fantino y Manguel lo alababan como "este si que maneja buena data". Otros impresentables.
Uno también se muestra hoy en día de acuerdo al lugar donde trabaja... sí trabajas en Clarín no podes ser buena persona. Más aun: muchos se quejan a los gritos de Clarin como empleador, estando en las antípodas de Clarin en términos ideológicos... pero no sólo no se van sino que firman las notas, o figurando su nombre como parte del equipo que elabora las infografías. Doy fe porque se trata de gente cercana. Hipocresía pura.
Periodista de guerra (ensobrado) y extorsionador que trabaja en la cloaca de la República. Asociado ilícitamente con Extorsionelli y dalesio. No se de que se alarman.
El carácter de una persona a menudo se juzga en función de su lugar de empleo. Por ejemplo, estar asociado con Clarín se considera incompatible con ser moralmente recto. Además, son numerosos los individuos que expresan a gritos su descontento con Clarín como empleador debido a sus marcadas diferencias ideológicas con la empresa.
It actually relies on how readily you can come up with larger words to purposefully put letters to extract information. Finding the words truly challenges your boundaries, in my opinion.