Y un día el mundo se paralizó por completo, solo porque se separaron Wanda Nara y Mauro Icardi. Mientras uno lo escribe no puede creerlo. Porque el mundo nunca se detiene por nada. Y ahora se paró definitivamente.
No hay guerra, ni masacre, ni hambruna, ni nada de nada que detenga el curso de este planeta. Pero Wanda e Icardi lograron lo imposible. Lo que nadie más pudo jamás.
Y es un reflejo de lo mal que está todo porque, ¿a quién podría interesarle tal cuestión, que corresponde a la vida privada de dos personas? Más aún: ¿Qué cambia en el mundo?
Me he resistido a escribir o publicar una sola línea sobre aquel entuerto, que carece de sentido lógico y humano. Que desvía el interés periodístico sobre tópicos de relevancia. Y que lleva a una completa estupidización del ser humano.
¿Acaso no hay cuestiones importantes respecto de las cuales ocuparse? Dicho sea de paso, ¿qué onda los medios con esto de idiotizar a la gente?
Es que pasan cosas en el mundo. Múltiples y variadas. Tópicos conmocionantes, que necesitan resolverse de manera urgente para poder avanzar como humanidad. Y de pronto nada de ello aparece en los diarios, ni en la televisión, ni en la radio. Ni en ningún lado.
Ni hablar de la Argentina, donde también pasan cosas, también graves, y las vemos a diario, y les prestamos dos segundos de atención, y de allí nos saltamos a la siguiente noticia. ¿Qué nos pasó de pronto? ¿O siempre hemos sido así de desaprensivos? La trivialidad al poder.
El mundo se va al tacho y ¿estamos hablando de Wanda e Icardi? Perdón. Uno sigue sin poder creerlo.
Y los medios ahí van también, aportando su cuota de imbecilidad, porque le dan la misma trascendencia a una noticia importante y a otra irrelevante. Al paso del tiempo, ello adormece la mente del más despierto y escéptico.
Ciertamente, es un muy mal momento para la humanidad. Para la Argentina, ni hablar. La mitad de la población del país es pobre, y gran parte de la misma es indigente. Pero Wanda e Icardi se separan y eso es más importante. Y ahí vamos todos detrás de la zanahoria del momento.
Pero no porque seamos caballos, apenas sí somos burros. Todos.
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