Ayer nomás, un tipo llamado Roberto Navarro, que jura que es periodista, amenazó de manera brutal a puntuales colegas, con muchos de los cuales uno jamás comulgaría. Pero que no merecen semejante apriete.
"Los Viale, los Lanata, los Feinmann, los Majul son los que están generando la violencia. Yo creo que algo hay que hacer con ellos, algo hay que hacer con Jony Viale, con Majul, Leuco. Algo tenemos que hacer para frenarlos”, dijo sin pelos en la lengua en su programa de radio.
Y es grave lo que dijo el tipo, porque la Argentina ya vivió un mar de violencia. En la noche más oscura de su historia. Y empezó así, con mensajes velados, con “advertencias”, que después se corporizaban en desapariciones y asesinatos.
Y muchos de ellos eran hombres de prensa, un centenar de ellos. Cuyos cuerpos aún hoy persisten en no aparecer.
Entonces aparece este imbécil, que jura que es periodista, y dice graciosamente que hay que “hacer algo” con aquellos con los que no está de acuerdo. Y uno se inquieta. Porque suena tan parecido al “algo habrán hecho” que pronunciaban los genocidas de los anacrónicos 70. Y todo se vuelve más y más inquietante.
Porque el tipo no es “uno del montón”, sino uno de los periodistas favoritos de Cristina Kirchner. Dicho por ella misma en un audio que se filtró en 2017.
Y entonces uno se pregunta: ¿Fue una catarsis “al voleo” de Navarro o la vicepresidenta tuvo alguna injerencia? ¿Es casual que aparezcan aquellos señalamientos al mismo tiempo que se materializan cientos de graffitis en todo el país amenazando a los jueces que investigan a Cristina?
No se trata solo de ese hecho puntual, repudiable y condenable, sino también de un delito, que aparece configurado en el artículo 211 del Código Penal. Se llama “incitación a la violencia”.
Acaso el único atenuante de toda la situación tenga que ver con lo ingravitante de Navarro, un personaje secundario y marginal, poco tenido en cuenta en el mundillo periodístico. Recordado por sus pifies interminables, de la talla de aquel que cometió en 2015, cuando anunció que Daniel Scioli había ganado las elecciones y sería el nuevo presidente argentino.
Luego, su existencia se explica solo por los millonarios fondos que sabe aportarle el kirchnerismo a sus medios de comunicación. Cuyas visitas son insustanciales, con cifras de lecturas infladas, según reconoció el propio Navarro en enero de 2021.
Fuera de ello, el tipo no existe. Y lo sabe. Y le jode profundamente. Por eso, cada tanto, sale a decir este tipo de imbecilidades.
Por las dudas, para que alguien le crea, jura que es periodista.
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